miércoles, 12 de marzo de 2014

Nuevo capítulo: Cuenta embargada.

Después de más de un año y medio de pesadilla, sigo encontrándome con obstáculos importantes en el camino.

La última sorpresa es que me han embargado la cuenta por una deuda que ni si quiera me pertenece a mí directamente. Tenía una tarjeta de crédito conjunta con mi exmarido y éste que prometió haberla pagado, no lo hizo. Ayer por sorpresa llamé a mi banco y resulta que la empresa acreedora ha embargado mi cuenta y hasta que no salde los dos mil y pico euros que hay pendientes, no podré disponer de un céntimo de mi cuenta. Es agobiante cuando tus ingresos son muy humildes y a penas te alcanzan para pagar lo imprescindible y comer. 

Nada en esta vida es una casualidad o un accidente, todo pasa por un motivo. Yo hace un tiempo que he dejado de luchar o de nadar a contra corriente cuando algo así me sucede. Según lo imagino en mi mente, floto en el agua de un río que me transporta, no sé muy bien dónde, pero es irrelevante. Si nado a contra corriente, me desgasto, me altero, me canso y con mucha probabilidad acabaré antes o después en el mismo lugar.

Si pienso en el problema neto, sin contexto o sin otras añadiduras puedo caer fácilmente en la desesperación pero como decía, desde hace un tiempo ya no veo los problemas de una forma individual si no en su contexto y lo cierto es que tengo a mi madre, a buenas amigas, dos hijos sanos y felices, un abogado, un trabajo y dos manos para tirar del carro y salir adelante.

Sobrevivo y sobreviviré.

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