sábado, 31 de agosto de 2013

Nos volvemos a Alemania

Después de algunos meses en España debíamos volver a Alemania, sí, digo debíamos porque el padre me daba de plazo hasta el 31 de agosto para traer a sus hijos de vuelta. Tan absurdo como innecesario, pero bueno, eso mismo pienso yo ahora de él, que es absurdo e innecesario.

Mi hijo mayor que llevaba ya unos días con la mira puesta en su viaje en avión, era incapaz de dormirse la noche antes de la emoción. Sí, muy dulce pero cuando tienes que levantarte de madrugada para ir a coger un avión y enfrentarte sola a situaciones complicadas, se te ponen los pelos de punta cuando pasan las horas y no estás durmiendo.

El viaje, como le comentaba a un amigo que me preguntó, todo lo emocionante que se puede esperar cuando viajas sola con un bebé y un niño pequeño, o como me suelen decir en el mostrador de facturación, ¿Viaja usted con un Child y un Infant, correcto?. A lo que respondo, viajo con dos terremotos pero sí, llamémosles formalmente Child e Infant.

Sobrepeso

Esta palabra no suele significar nada bueno y si ya lleva una mal su propio sobrepeso imagínate cuando la que te lo dice es la DIOSA que está detrás del mostrador de facturación con cara de "oh, oh, alguien tiene un problema". El sobrepeso tampoco era para tanto pero reubiqué los tres kilos que sobraban y los coloqué en la maletita que mantenía oculta detrás del mostrador para que no me sentenciara a muerte al ver todo con lo que pretendíamos subir al avión, equipaje de mano JE JE JE. Todo finalizaba con relativo éxito, cuando de repente la moza de facturación le pregunta a mi hijo si esa maleta que está llena de pegatinas de Bob Esponja (no preguntéis) es suya, a lo que él responde, NO, la mía es ESTA y saca a la luz la maletita de equipaje de mano.

En ese momento casi prefería volver a casa y esperar a que la Polizei viniera, me pusiera los grilletes y me llevaran ante el juez por no haber sido capaz de llevar a los niños a Alemania en la fecha acordada. Teniendo en cuenta lo anterior, esperaba que tuviese piedad, ¿quién no teme al personal de facturación?. Estoy segura que el juez hubiera empatizado conmigo nada más decírselo mientras me hubiera explicado algunas de sus experiencias... Seguro.

Control de seguridad

Control de seguridad o cómo ponerte patas arriba todos los trastos que llevas a cuestas para luego tener que volverlos a organizar de nuevo. Eso si no te toca desvestirte, quitarte los zapatos y correr detrás del niño sin zapatos o cosas por el estilo. Fue todo bien, excepto por los cinco kilos de piedrecitas de playa (ejem) que hemos ido recolectando de todas las playas a las que hemos ido y que decidí poner en el equipaje de mano para no tener problemas en el mostrador de facturación con el sobrepeso (ingenua). Bueno, se apiadaron de mí al verme sola y cargada como una mula con maletas, niño en brazos y niño como loco corriendo. Por favor, no olvidéis que si cogéis un par de piedrecitas no pasa nada, pero si llevas cinco kilos de piedrecitas, no se lo toman a bien, no, definitivamente no.

Embarque

Es este momento en el que rezo todo lo que sé, pido a Dios que por favor no me toque algún alemán falto de humor por los alrededores de mis asientos y que la señora o señor que esté sentado delante de mi hijo mayor, se apiade de mi alma. Pues será que no soy creyente y Dios me castiga por molestarle sólo cuando me interesa, que me tocó un alemán corpulento con cara de pocos amigos delante del asiento del mayor, unos pasajeros faltos de sueño a mi alrededor que querían aprovechar el vuelo para dormir  pero un mozo de buen ver a mi lado y bueno, aunque sólo fuera por girar la mirada y llevarme una alegría, ya hubiera merecido la pena. Es igual porque el encanto y mi autoestima se fueron al garete cuando mi hijo pequeño, que viajaba sentado en mis piernas, se me meó encima y el muchacho aceptó la oferta de la amable azafata para que le ubicase en un lugar más tranquilo. Todo el viaje con el pantalón como si la que se hubiese meado hubiera sido yo aunque mi hijo sequito, que llevo muda de cambio. Tres mudas de hecho, la pena es no haber puesto una para mí (verdammt!).

La llegada fue buena, pude transportar todo el equipaje hasta la zona de espera y allí me recogió una amiga que nos llevó a casa. Una vez allí, empecé a deshacer equipaje mientras los niños se reencontraban con sus juguetes después de unos meses.

En el capítulo de hoy hemos aprendido que con el sobrepeso no se juega, que las piedras, en el mar, que es su sitio y que si tu hijo está dejando el pañal "ni te cases NI TE EMBARQUES", o lleva una muda de cambio, si es que tienes narices a sumarla a todos los trastos que llevas. 



jueves, 29 de agosto de 2013

Una de vaqueros

Agotando ya las últimas horas en la tierra patria hemos ido hoy a un rancho que hay cerca de una playa dispuestos a que mis pequeños jinetes se subieran a un poni a trotar

Cuando hemos llegado nos hemos cruzado con un señor con cara de pocos amigos pero como andaba atareado transportando cajas pensé que trabajaría de mozo de las cuadras o qué sé yo. Mirando los caballos de repente nos ha desaparecido y mirando por las diferentes casetas me he dado cuenta de que no había nadie. Al cabo de unos minutos ha aparecido y le he preguntado si era él el que se encargaba de entregar los equinos y sin ni si quiera mirarnos ha contestado que sí y me ha dicho el precio. Le he dicho que queríamos un poni y le he preguntado si sería posible subir a mis hijos juntos, me responde que no, sin más explicaciones e insisto, sin ni si quiera mirarnos. Mi hijo me pregunta que por qué (qué novedad) y le digo que supongo que es porque es demasiado peso para el caballo pequeñito, que es como llama mi hijo a los ponis. El hombre se gira, algo airado y nos dice que no, que nada que ver, que el problema es que las piernas de los niños golpean las del poni al caminar y lo lastiman. Le he contestado algo sorprendida porque hablamos de un niño de a penas 4 años y otro de 22 meses, a los que sus piernas ni si quiera superarían el contorno del lomo del animal. Se gira y con mal gesto me dice que adiós y buenas tardes. Me quedo perpleja, mi hijo mayor se asusta y por si no fuera poco, estalla de indignación y a gritos y esta vez dedicándome todos sus sentidos y su mirada, me dice que siempre tiene problemas con los padres, que los niños no hacen más que darle problemas y cuando me di cuenta que miraba a mis hijos con cara de ira, salí de mi asombro de golpe y urgí a los niños a irnos, como él nos seguía, cogí al pequeño en brazos y le dije al mayor que fuera más rápido, viendo nuestra reacción elevó el volumen y prosiguió detrás nuestra hasta que también cogí al mayor y empecé a caminar apresurada, o todo lo que pude. Cuando lo tuve a una distancia prudencial y agotada por el peso de los niños y la mochila, me detuve, cogí el teléfono y marqué el teléfono de la policía local. Fue genial añadir a este mágico momento el hecho de que mi marido no hubiera pagado la factura del teléfono y tenía la línea cortada. Pensé en llamar al 112 pero viendo que el hombre, aunque seguía a los gritos no se acercaba, los volví a cargar en brazos a los dos y corrí todo lo rápido que pude hasta el coche. Sol, calor, treinta grados, el polvo del rancho impregnándose por todo, cuando estaba a punto de ponerme a llorar vi que mis hijos se reían a causa de los saltos que iba dando mientras corría y cómo hacía que ellos se desmelenaran. En lugar de llorar, me puse a reír con ellos y acabamos a carcajadas cuando llegábamos al coche. 

Pasé miedo pero me río cuando lo recuerdo y no estoy tan segura de que mis hijos puedan decir que no montaran a caballo, ¡y juntos! 

Nota mental: la próxima vez que me vaya de "Dora, la exploradora" por el mundo sola, con los niños, por favor, comprobar que tengo linea en el móvil!

miércoles, 28 de agosto de 2013

Sacando la artillería pesada

Según pasa el tiempo me voy desprendiendo de la dependencia emocional que he sentido hasta no hace mucho por el padre de mis hijos. Puede que parezca una tontería pero esas emociones me impedían plantearme según qué, bloqueaban pensamientos que por defender los míos, dañaban sus intereses (yo y mi eterno espíritu conciliador)  pero visto lo visto y que el tiempo ha ido sanando heridas y cauterizando emociones, estoy aquí para darlo todo. 

Ahora entiendo un poco (¡sólo un poco!) como no ha podido sentir remordimientos a la hora de querer dejarme sin un chavo, o cuando alarga cualquier acuerdo económico en aras de no pagar y posponerlo al máximo, o cuando nos expone a riesgo de inanición (art. 92.1 CC) por obviar cualquier responsabilidad económica o cuando encima de todo lo anterior, me reclama los humildes ingresos que produce un pequeño apartamento que hemos alquilado en dos ocasiones este verano a unos turistas. Es de locos, pero cuando no sientes nada por tu contrincante y pretendes salvaguardar tus intereses por encima de todo, avanzas por la vida como si con un lanzallamas en la mano lo hicieses.

Pero no hay de qué preocuparse porque aquí estoy yo, unos días más entera que otros, unos días llorando por los rincones por no saber como sacar a mis hijos adelante con toda la que se me viene encima y otros eufórica sintiéndome fuerte y lista para todo lo que me echen. No obstante lo cual, ya estoy empezando a recapacitar y como mínimo colocándome a su altura en la línea de acción, pero esto no es todo, hay más y poco a poco iré informando cual reportera de guerra.

Agárrate los machos querido, que vienen curvas.

Y desde primera línea de fuego, les informa Madre Separada dispuesta a lo que haga falta por sus hijos.

martes, 27 de agosto de 2013

Ya toca

Ya toca hacer el equipaje de vuelta, disfrutar los últimos momentos en mi tierra e ir despidiéndome de la gente que quiero. 

En cuanto al equipaje, me pasa lo de siempre y es que durante mi estancia a parte de ir acumulando buenos recuerdos, voy acumulando equipaje. Cosas que nos regalan, sobre todo a los niños y cositas que compro que he ido echando de menos en mi día a día en Alemania. Aún quedan unos días para nuestro regreso pero como me conozco y sé lo que me pasa siempre, me pongo con tiempo y ganas.

También estoy aprovechando para hacer todas esas cosas que dije que haría o que le prometí a mis hijos que haríamos y hemos ido dejando. La verdad es que nos hemos recorrido el lugar de punta a punta, aquí y allí, yendo a calas y playas, hemos ido tanto al acuario que ya nos conocían al entrar, hemos visitado el safari, hemos ido en barco, en tren... Cuando echo la vista atrás me queda un buen sabor de boca. Eso es lo importante.

Este tiempo aquí también he podido disfrutar de esas personas a las que quiero, que me han ido demostrando que me quieren y que están aquí para lo que haga falta. La vida con gente que te quiere alrededor es indudablemente más bonita. No son muchos, podrían ser más, pero a los que han estado no me voy sin darles un achuchón y darles las gracias por ayudarme con los niños, por acompañarme en esta nueva etapa, por llevarme aquí y allí, por escucharme, por estar ahí.

Y a parte de ir finiquitando y cerrar capítulo después de tres meses en mi tierra, también toca ponerse manos a la obra con el plan a seguir una vez esté de vuelta en Alemania. Hay tantos flancos a cubrir que a veces se me amontonan las ideas y no saco nada en claro pero como la organización me gusta ya estoy haciendo esquemas, listas y hasta presentaciones powerpoint!  :) Todo con el fin de que la organización y la previsión me ayuden a ir capeando todos los inconvenientes, que los habrá y que se me irán presentando durante el camino.

Y a parte de ir preparando el regreso y el aterrizaje en casa, también toca ir pasando página de todos estos acontecimientos que me han tenido tan tensa, toca mirar hacia adelante. Lo cierto es que ya me siento mucho más cerca de poder hacerlo, ya ni me molesta que mi marido tenga novia y familia feliz, ahora hasta pienso que si es feliz y está centrado en su vida, me dejará a mí rehacer la mía. De hecho, ya ni tengo ganas de echarle nada en cara, ni si quiera tengo ganas de hablarle. Ya toca de una vez por todas ser feliz conmigo misma, sin esperar a nadie para que me salve la vida, ni maridos que han perdido la cabeza, ni príncipes azules, ni nada. Ya toca.


lunes, 26 de agosto de 2013

Carta de su abogado Vol. II

Hace unos días recibí un mail de mi abogado, me informaba que habían contestado a nuestra respuesta. Esto va así, es un toma y daca. Yo pido, tú dices que no, tú pides y así. 

Está resultando ser aún más difícil de lo que me pude imaginar nunca así que cuando hay noticias del abogado me tiembla todo y me cuesta afrontarlo. Reúno fuerzas antes de leerlo pero no sin antes montarme películas, hago un intento de mirarlo, no me atrevo hasta que finalmente cojo valor abro el adjunto y leo el documento original que su abogado ha enviado al mío. 

Realmente no había nada nuevo que añadir a la historia: que no me va a pagar ni un chavo, que a los niños les va a pagar una miseria y que me largue de la casa en la que él figura aún en el contrato como arrendatario, a la voz de YA!. Los detalles sólo acaban de hacerlo aún todo más perverso, pero me los ahorro.

El dinero ya es para mí una gran preocupación pero el que me ponga unos días de plazo para avisar al arrendador de que me voy de la casa, me perturba bastante. No estoy en situación de afrontar una mudanza, ni física, ni emocional, ni mucho menos, económicamente. Por momentos me siento en un callejón sin salida. Mudarme de casa ahora sin saber si voy a tener que venirme a España a la vuelta de unos meses me parece una locura, hacer pasar a los niños por todo ese trance teniendo en cuenta todo lo que ya llevan a las espaldas me parece inhumano y que él quiera echarnos de la casa sólo por evitar tener que hacerse cargo de la mitad de la renta me parece grotesco. Es que ya ni pretendo que se haga cargo de la mitad del alquiler pero al menos podría decírmelo y mirar la manera para que yo pueda seguir viviendo e ir viendo cuando es el mejor momento, tal vez cuando encuentre un trabajo, para poder inhibirse del contrato. 

En breve vuelvo a casa y vuelvo dispuesta a luchar por lo que es mío y aún más por lo que es de mis hijos. Un par de cientos de euros pueden ser la diferencia entre poder vivir relajadamente y felices o que se me quiebren las ganas de vivir y viva en un infierno o todo lo que está entre medias.


viernes, 23 de agosto de 2013

Día 10

C'est fini...


Hoy es el último día que se lleva a los niños y ha vuelto a ser duro ver cómo los pequeños le esperaban y él volvía a permitirse llegar casi quince minutos tarde. Mis hijos por suerte no controlan los tiempos pero si yo procuro que a menos cinco ultimemos detalles, eso les da un punto de referencia a mis hijos, reconocen cuando están esperando y se les hace pesado, cosa que no me hace ninguna gracia que añadan a su cofre de recuerdos de su infancia. Este aspecto, la puntualidad, quiero que sea algo que quede claro en el acuerdo. Y no hablo de no permitir que llegue ni un minuto tarde, que dadas las circunstancias estaría justificado que así lo reclamase, pero a lo que me refiero es que puesto que no hay ningún interés común que nos una, a parte de nuestros hijos, y nuestras vidas siguen caminos separados, lo suyo es que nos tengamos respeto y dentro de este concepto respetemos el tiempo del otro. Si llega tarde, que nos puede pasar a cualquiera, que avise, al menos que lo comunique y que sea algo realmente excepcional.

En cualquier caso ya ni se disculpa. Y yo que pensaba que las patéticas excusas eran lo peor del mundo.

Los niños volvían a oponer resistencia a la idea de irse con el padre. Creo que el mayor piensa que algún día conseguirá que me vaya en el coche con ellos y que la amiga de papá y su hijo, como me dijo ayer, se queden en casa. Espero que pronto se desprenda de esa esperanza y todos aprendamos a ser felices con la situación que vivimos. Sólo deseo ver a mis hijos crecer felices.

Yo me he pasado otra mañana la mar de entretenida y emocionante con unos buenos amigos. Después de comer, a casa, que me traía a los niños y esta vez sí me ha avisado de que llegaba con retraso, supongo que estaba de buen humor o se habrían alineado Saturno y Uranio o quién sabe qué habría pasado para que haya caído en la cuenta de avisarme.

Hemos pasado una tarde en casa de una buena amiga y hemos disfrutado de una tarde de juegos y tranquilidad. Algo en mi interior sentía tristeza y desánimo pero no atino a adivinar el qué.

¿Tristeza a cuento de qué?

Supongo que aunque haya sido doloroso también tiene que ver con el hecho de que mañana ya no hay más recogidas, ni más retrasos, ni más exigencias estúpidas por mensaje, ni más ver pasar al que fue mi marido y su novia con el coche por delante de mis narices, ni muchas otras cosas; tiene que ver con el hecho de que se acaba algo otra vez. Y la cuestión es que también me ilusiona la idea de volver a nuestra pequeña rutina aunque sea por poco tiempo ya que en una semana volamos a casa de vuelta.

Supongo que la mezcla de emociones, de sensaciones es la que me tiene el cuerpo así. 

jueves, 22 de agosto de 2013

Día 9


Hoy los recogía a la salida de la escuela de verano y el padre ha sido puntual, tanto que cuando he llegado ya estaba allí con mi hijo. Él no lo puede sacar porque no está autorizado pero ya estaba allí. Las educadoras me han preguntado si vendría el viernes y mi respuesta a falta de más información ha sido que sí, a lo que él se ha apresurado a decir que -como tenía que dejar el piso y resulta que...- le he interrumpido en seco y le he preguntado, ¿te vas a llevar a los niños?, Sí, ha contestado y se lo he confirmado a las profesoras de David. ¿Sería tan difícil poder tener las cosas algo organizadas y planificadas? 

Los niños volvían a no querer irse con él y me he pasado veinte santos minutos convenciéndolos y no sé por qué lo hago sinceramente, supongo que porque ahora me siento vulnerable, nada respaldada, no hay acuerdo alguno y la ley en sí no me da mucho margen a tomar decisiones unilaterales aunque sean en pro del beneficio de mis hijos. Debo entregarle a los niños caiga quien caiga. ¡Fantástico!

He pasado una tarde maravillosa con unos amigos maravillosos en un entorno maravilloso. Puedo sentirme agradecida porque tratando con ellos todos estos temas he llegado a conclusiones muy interesantes y estoy trabajando mucho mi autoestima y mi yo para reforzarme y salir adelante airosa. Hoy ha sido una tarde muy productiva, además eso me ha llevado a estar de buen humor y de estar entregada a mis hijos cuando han llegado. Se han portado muy bien y se han dormido cuando he dicho sin oponer demasiada resistencia. Les adoro, aunque a veces sienta que me las hacen pasar canutas. Sólo por estas sensaciones como las de hoz, merece la pena todo lo demás.

¡Arriba Inés! ;)

miércoles, 21 de agosto de 2013

Día 8

Hoy ha venido a buscarlos para llevárselos todo el día y celebrar su cumpleaños, ha llegado con retraso pero esto ya empieza a ser lo normal. En principio no querían irse con él pero en cuanto ha empezado a decirles dónde iban a ir y los regalos que iban a recibir, mis hijos, sobre todo el mayor, no han podido negarse. 

El padre y yo no nos comunicamos a penas nada, me he dado cuenta de las conversaciones que teníamos eran debidas a mi iniciativa de tratar algún tema. No me dice ni dónde van, ni qué hacen, ni qué han hecho ni nada. Siento que cuando mis hijos no están se crean agujeros de tiempo, es como si la vida no siguiese normalmente. Es una sensación extraña.

He pasado el día bien, o al menos hasta que una de las invitadas al cumple de David me ha enviado dos fotos de mis hijos, me he puesto a llorar y le he agradecido mucho que lo haya hecho. Los veía y estaban bien y bueno, me recordaba toda esta situación que estoy viviendo y me hacía pensar en que yo me perdía cosas continuamente pero me alegré de ver sus caritas y saber que estaban bien.

Han llegado algo más tarde porque los miércoles trabajo un rato por las tardes y ya venían dormidos, exhaustos imagino de tantas emociones. Han vuelto a pasar todos delante de mis narices para dejarla a ella y a su hijo a escasos veinte metros de donde yo estaba y traerme a los niños. Hoy no me ha resultado tan gracioso como el otro día, pero patético sigue siéndolo.

Estoy tristona.

martes, 20 de agosto de 2013

Día 7

Hoy es el cumpleaños del mayor y aunque le pedí en su momento al padre que quería celebrar su fiesta por la tarde, también estaba dispuesta a compartir este día tan bonito para nuestras vidas y que se los llevase por la mañana. Sorprendentemente me dijo que no, que lo celebraría llevándoselo todo el día al día siguiente.

Hemos pasado un día como los anteriores a la llegada del padre. Lo especial del día ha sido prepararle su desayuno preferido, darle un par de modestos regalitos que le había preparado, ir a ver a la abuela al trabajo para que le diese el dinero para ir a comprar un reloj. Cosa que ha tratado todo él mismo con la dependienta, en el único momento que he intervenido es cuando mi hijo elegía un reloj rosa y la dependienta le decía que esos eran de niña. Le he dicho a la dependienta que deje que sea él el que elija libremente y con la maravilla de vivir sin prejuicios, qué color le gusta más. Hemos visitado a los tíos y hemos dado un entretenido paseo por el pueblo. Después hemos vuelto a casa, mi hijo iba pletórico y aunque en algunos momentos la emoción le hacía cometer excesos que yo debía ir haciéndole saber, todo ha transcurrido con normalidad. Hemos preparado una bonita fiesta en la que he contado con la compañía de buenos amigos que me han ayudado mucho y también con amiguitos del cole a los que seguro echará de menos a nuestra vuelta a Alemania. 

Hemos disfrutado todos mucho de todos. Estoy contenta de haber podido conseguir ofrecerle una fiesta a su altura y que nada de todo lo que estamos viviendo ahora, haya podido enturbiar nuestro día. 

¡Felicidades mi vida!

lunes, 19 de agosto de 2013

Día 6

Hoy tenía que recogerlos a la salida del cole de verano del mayor y ha llegado con quince minutos de retraso. Estábamos esperándole y mi hijo mayor me ha dicho que no quería ir con su padre, el pequeño que se estaba despertando de su siesta en el coche tampoco quería despegarse de mí.

Entre tanto ha llegado su padre y ante la negativa de los niños, su solución ha sido hacerles más presión e intentar encandilarlos con cosas materiales, presión que no surtía efecto. Después de varios minutos dejando que fuera él el que les convenciese, le he pedido que me dejase a mí hablar con ellos, pero no me escuchaba por lo que yo intentaba tranquilizar al pequeño mientras el mayor se veía atosigado por la presión de su padre. Finalmente he conseguido coger el timón de la situación y después de hablar con mis pequeños y decirles que se lo iban a pasar muy bien y que mamá se iba a esperarlos a casa, se han quedado con morritos pero sin llorar. 

Ha sido realmente difícil, me alegro de que me tengan tan presente y de que todo lo material no sea más que eso, cosas que impresionan los primeros días pero que transcurridos los cuales adoran volver a su rutina, sus normas y su mamá.

He pasado la tarde en la peluquería con el teléfono en la mano y pensando en que se lo estarían pasando bien, me lo repetía una y otra vez. También me preguntaba por qué si él hace todo tan a la tremenda, no nos da dinero ni si quiera apoyo real, yo tengo que estar a la altura y no poder decirle, los niños se quieren quedar intentémoslo mañana otra vez o en otro momento. Me resulta todo muy injusto.

A la vuelta les esperaba ya desde menos cinco en la puerta de la calle para darles la bienvenida y decirles que mamá había hecho hamburguesas con patatas para cenar. No de esas que se compran en restaurantes fastfood, no, de esas que se hacen en casa, con diferentes ingredientes y con mucho amor.

Cuando han llegado a la puerta de la finca han pasado todos de largo, todos, incluida ella con su hijo, que miraba hacia la entrada de mi casa y cuando me ha visto ha girado la mirada. Han parado en un camino vecinal que hay a escasos veinte metros de la entrada donde yo esperaba y se han bajado del coche para después traerme el padre a los niños sin el resto de la familia dentro. Cuando ha llegado, no me ha comentado nada y cuando se ha ido, mi hijo me invitaba a ir a saludar a la amiga de papá, están aquí alado me decía, cuando le he dicho que mejor que no y le he instado a volver a casa a comer ricas hamburguesas me ha dicho que esperásemos un momento para decirles adiós por lo que al cabo de dos minutos, pasaban nuevamente por la entrada de la finca y les hemos dicho adiós. Vergonzoso. Siento vergüenza ajena.

Mis hijos han vuelto contentos, se lo han pasado bien pero como ya le pregunté ayer si quería quedarse alguna vez a dormir con papá hoy me ha dicho que se lo ha pasado bien pero que a dormir con mamá. ¿Qué estoy haciendo? Debería mantenerme recta como un palo y no dejar que sus sinsentidos asolen nuestra tranquilidad sometiendo a mi hijo a la presión de decidir si quiere o no, ir a dormir con su padre.

Por mi parte, he decidido no pedirle nada más, no discutir nada más. Pedirle algo es darle una invitación a que me hiera, a que me humille, a que me haga discutir delante de los niños y no se lo voy a permitir. Ahora son tiempos de tensión y espero que a la vuelta de unos meses todo esté más tranquilo y podamos normalizar algo la situación.

Estos días también me están haciendo recapacitar mucho y darme cuenta de muchas cosas. Confío en que me ayudará en el futuro. 

Permanezco positiva.

domingo, 18 de agosto de 2013

Día 5

Después de lo de ayer, estoy preparada para (casi) todo. 

Pensé que llegaría una hora más tarde pero sorprendentemente no lo ha hecho, a la hora de acompañar a los niños con su padre le he puesto mi mejor sonrisa, sobre todo por mis hijos y le he confirmado la hora de entrega. Todo correcto.

Para no perder la fea costumbre, me ha increpado al cabo de un rato con un mensaje reclamándome que por favor no olvide darle a los niños con agua, crema solar y no sé qué más. Digo que no sé qué más porque tras leerlo e indignarme tenía a un amigo alado que me dijo, ignórale, estás sola en un lugar maravilloso, relájate. Tanto lo hice que tuve que correr para estar en casa para cuando los niños volviesen. 

Los ha traído y todo ha ido bien, ni un triste comentario sobre su mensaje, -las reclamaciones mejor si son por lo bajini, a través de mensaje, que ahí sí que me sale hacerme el valiente-. 

Esta noche los niños estaban más tranquilos y después del baño, la cena, ver un rato las peripecias de Bob Esponja y compañía, nos hemos ido a dormir sin demasiada dificultad. 

Ignorarle me esta resultando gratificante ¡Ups! 

sábado, 17 de agosto de 2013

Día 4

Ayer por la noche le dije al padre que a los niños se les hacia muy largo esperar tres o cuatro horas desde que se despiertan hasta que viene a recogerlos y que por eso sería buena idea que viniese una hora antes. Después de discutir y decirme que entonces los traía de vuelta una hora antes (¿uh?) me confirmó que vendría a buscarlos una hora antes por lo que entendí como aceptada la petición.

Cuando ha llegado esta mañana me ha dicho que los traería una hora antes y hemos discutido, alto y clarito y delante de mis hijos a los que lo máximo que hemos podido hacer por ellos es cerrarles las puertas del coche para que no oyesen a sus padres discutir. Bochornoso, no volverá a pasar. 

Por si no fuese suficiente, después me dice que los niños se quieren quedar a dormir con él y previa consulta legal le he confirmado que mejor lo plantificábamos para otro día aunque reconozco haber pasado momentos de ansiedad al pensar  que no me traería a mis pequeños. 

Como final de traca los ha traído casi media hora más tarde y sin previo aviso. La disculpa era aún más patética.

He hecho que sean las grandes decepciones del día, lo peor de todo esto, lo que saque a relucir lo mejor de mí, la mejor mujer, la mejor madre, la mejor persona. Esto al menos me ha dado fuerzas para continuar la lucha

Firmado
Mamá Leona
;)

viernes, 16 de agosto de 2013

Día 3

Ha llegado a recogerlos y los niños se han ido felices y contentos, lo llevaban deseando desde que se han despertado. 

Mi día ha sido algo ajetreado pero he disfrutado de unas horitas de buena compañía y buena conversación en la playa y me he vuelto a casa contenta. 

Ha traído a los niños algo más tarde pero me había avisado y todo bien. Lo malo es que vuelven muy alterados, fuera de sí, no atienden a mis indicaciones, lo que hasta ahora eran normas y reglas que cumplían sin problema ahora no sólo no lo hacen, si no que hacen todo lo contrario. Ayer el pequeño lanzó el vaso por los aires mientras comía, el mayor tiró una estantería pequeña que tiene en su cuarto y se ha dormido a regañadientes cuando eran ya pasadas las once y media de la noche. Me he tenido que enfadar con ellos y llamarles al orden más de una vez, incluso con amenaza de inminente castigo, pero nada.

Sólo me preguntan cuando va a volver papá y si va a volver pronto por lo que le he pedido al padre que por las mañanas venga una hora antes y no ha habido suerte, me ha dicho que está muy lejos y que si viene una hora antes, también los trae una hora antes.  No entiendo nada.

Voy a ver si recojo un poco este desastre de casa que han dejado en un par de horas para que al menos si me tengo que levantar en mitad de la noche, no me pegue un topetazo, que ya sería lo que me faltaba.

Queda una semana, pese a lo positivo de que los niños estén tan ilusionados con él, yo noto que no estoy recuperando muchas fuerzas aunque estoy decidida a aprovechar cada minuto y poner la mente en blanco.

Sobreviviré.

jueves, 15 de agosto de 2013

Día 2

Hoy ha ido todo más relajado, pese a un par de indicaciones como que no le dé fastfood a los niños que no están acostumbrados y el pequeño tuvo diarrea por la noche (¡y sin pañal!) o que por favor no les deje dormir tanto porque era casi media noche cuando se dormían, por lo demás todo bien.

Mi día ha sido algo mejor, no puedo evitar la sensación de vacío cuando se marchan o cerrar la puerta de casa y notar que se han llevado un trocito de mí pero como me dice siempre una buena amiga, no hay mal que cien años dure. Me acostumbraré.

Me he relajado, he aprovechado para tumbarme en el sofá, tomarme una cervecita tranquila (no recordaba que era eso). También he aprovechado para depilarme y cuatro cosas de esas que dejas para cuando los niños se han dormido pero que después cuando se han dormido de lo que menos tienes ganas es de hacerlas. Por último también he dedicado parte del tiempo al dolce piacere di non far niente.

Los niños volvieron muy contentos, habían ido aquí y allí y me contaban detalles pletóricos y contentos. Esto marcha, he pensado.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Día 1

Me he pasado la mañana muy nerviosa, casi tres meses sin verle personalmente y además con el aliciente de mirarle y saber que lleva un año engañándome y que mis sospechas han sido finalmente confirmadas.

Al recoger a los niños me he percatado de que a parte de las sillas para el coche de los niños, llevaba otra silla más. Cuando mi hijo se ha apresurado a preguntar le he contestado que era para el hijo de la amiga de papá. Mi indignación era mayúscula, venía con su otra familia a visitar a sus hijos y a parte de pensar que, es posible aunque espero que improbable que les afecte a mis hijos, para mí, que aún siento y padezco, ha resultado ser demoledor. 

Me he pasado horas llorando. Llorando por la realidad que vivo, por la soledad que produce no tener a mis hijos cerca y la frustración de no poder disfrutarlos al tiempo que el padre como la familia que fuimos alguna vez

La tendencia es siempre a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, me hago cargo y me embarco con los ojos cerrados en imaginar que el futuro que me espera me traerá cosas bonitas.

Los niños han vuelto contentos y diciéndole hasta mañana a su padre. Aunque el dolor que siento es importante, me reconforta ver a mis hijos contentos y felices.


martes, 13 de agosto de 2013

Día 0

Hoy llega el padre con su novia a España, dejó en el aire si vendría a verlos o no pero dijo que llamaría, no ha llamado y al decirle que era tarde y si pensaba llamar debía hacerlo antes de que los niños se preparasen para ir dormir me ha dicho que ha sido un día largo y complicado y que ya nos veríamos mañana.

Debería haber visto alguno de mis días para saber realmente lo que es un día largo y complicado.


lunes, 12 de agosto de 2013

A un día...

No llamaba a la hora acordada y parece ser que no lo había entendido bien. El que no llamase junto con mi preocupación por no acordar detalles o explicarle ciertas cosas importantes sobre los niños me preocupaba y me enfadaba al mismo tiempo así que decidí llamarle.

Estuvimos una hora hablando y supongo que todo lo hablado me llevó al subsuelo. Después de hablar con su abogado aceptó que ya NO es sólo una amiga y cuando le dije lo mal que me parecía que la trajera a ella a su visita a los niños me contestó que las vacaciones las disfrutaban juntos. Por un momento me sentí como la amante que le exige a su pareja casada y con hijos tiempo para ella misma. Sigo pensando que ha perdido la cabeza aunque en su esfuerzo de justificar el patético comportamiento que ha manifestado este último año dijo que llevábamos desde hacía tiempo discutiendo mucho pero que lo íbamos sobrellevando porque él cedía en todo. Sigue con su actitud cobarde y sigue haciéndome daño.

He pasado una tarde muy mala, muy muy mala, el peso de los niños cuando vas llorando por los rincones es aún mayor y por si eso fuera poco, los niños que se percatan de todo estaban aún más nerviosos y alterados.

He puesto horarios y condiciones que bajo ligeras modificaciones ha aceptado. Ahora ya sé que los niños estarán con su novia y a más de una hora de distancia cuando estén donde se aloja el padre.

Hoy por primera vez he sentido que se ha ido y que no volverá jamás. Supongo que aunque estaba claro, un resquicio de mí esperaba que un día despertara siendo consciente de todo el dolor producido y se esforzase en enmendar los daños, que no le sería fácil pero hubiera sido reconfortante el esfuerzo y el reconocimiento.



domingo, 11 de agosto de 2013

A dos días...

La situación en sí misma lejos de mejorar ha empeorado, la comunicación es mala o nula si tenemos en cuenta que o me responde que lo hablará con su abogado o sencillamente no me responde.

Más allá de exigencias que considero justas, como qué va a hacer con los niños, dónde va a estar con los niños o quién va a estar con los niños ahora lo que me produce cierta ansiedad es el hecho de que necesitaría contarle cómo son sus hijos a día de hoy.

Digamos que todo se desmoronó a finales de febrero, entonces empezó a evadirse de sus responsabilidades en casa y a evadirse más concretamente de sus responsabilidades como padre justificándolo en el volumen de trabajo. Más allá de que fuese cierto o no, la cuestión es que lleva seis meses sin tratar mucho con sus hijos.

Cuando la separación fue un hecho, recogía a los niños una tarde de la guardería y pasaba unas horas los fines de semana con ellos. A eso sumémosle que llevamos dos meses y medio en España y las comunicaciones por Skype no son del todo fructíferas. 

En todo este tiempo mi hijo pequeño ha hecho el cambio de bebé a niño, ya no utiliza pañal, come él sólo y además detesta que quieras robarle esa autonomía, por no hablar de la cantidad de vocabulario que ha adquirido, principalmente en español y versionado, claro. Su hermano mayor también ha hecho cambios y no sólo físicos.

Son cosas, algunas tal vez sin importancia pero que los convierten poco menos que en desconocidos. Hasta ahora yo estaba pataleando en la lucha de amortiguar ese choque que tal vez se pudiese llegar a producir cuando estos tres desconocidos se hallen solos. 

Lo positivo es que he llegado a la conclusión de que es algo de lo que aunque quiera, no me puedo hacer cargo. Amortiguar ese choque es algo que no me pertenece y que lamentablemente tampoco puedo evitarle a mis hijos a los que espero que les afecte tan poco como otras cosas que pensé importantes y al final resultó no serlo tanto para ellos.

Recuerdo algo que me contaba una amiga de Alemania que se estaba separando al tiempo que yo, que me explicaba que su terapeuta le decía que cuando dejase al niño con su padre, dejase que fuese él el que tomase las riendas y no le dejase la comida preparada para el niño, a lo que ella me dijo "es que no puedo soportar pensar que le va a dar patatas fritas con ketchup para comer". He pensado en esto muchas veces y ahora le contestaría a mi amiga que deje que le haga lo que quiera, es su padre y pronto ya no tendrá que ser la madre la que le diga que eso es una porquería, si no que será su hija la que le diga, "papá no quiero esa porquería" y ahí sí que se darán reacciones. O no, pero eso sigue siendo una responsabilidad que seguimos sin poder asumir.

En definitiva, dejo que llegue el día y que se lleve a los niños sin mirar atrás. Tal vez el choque que imagino no sea tal y de haberlo, que cada uno saque sus propias conclusiones, incluidos mis hijos que son fuertes y listos y lo que es aún más importante, tienen a una madre que los espera para cubrir cualquier carencia que manifiesten.

Y dicho lo cuál toca hacerse cargo de esta propaganda libertadora y ponerla en práctica. 




viernes, 9 de agosto de 2013

A cuatro días...

Finalmente sí viene.

Supongo que mi preocupación por cómo estarán los niños con él durante su estancia después de pasarme dos meses y medio pegada a ellos día y noche me produce un nerviosismo y una ansiedad que me hacen parecer algo desquiciada. 

Creo que está justificado pero también creo que debería evitarlo, no es beneficioso para nadie, especialmente para mí.

Le he escrito pidiéndole algunas cosas concretas antes de poder llevarse a los niños "unas horas" cada día durante su visita. La primera y fundamental, qué tiene pensado hacer con los niños esos días y de qué dispone para atenderlos. Si viene en coche y de ser así, si dispone de sillas para el coche, ropa, pañales aunque le dije que le daría a los niños con sus cosas básicas en las mochilas. No importa porque igual que en el Mail anterior está ignorando mis cuestiones. 

Sigamos, mi segunda y tercera cuestión son que me diga dónde va a estar y con quién. Ya le he aclarado ante todo que su vida me importa un pimiento pero en la medida en la que expone a mis hijos a su vida, sí que quiero saber lo que hace para no repetir errores del pasado que sangré, sudor y lágrimas me ha costado subsanar (o al menos en parte).

Hoy, a escasos días de su llegada, le he dado un ultimátum, si no atiendes mis peticiones, me atendré a lo acordado previo a nuestro viaje y podrás ver a los niños a nuestra vuelta a Alemania.

Estoy intentando poner límites en todo este desorden de vidas que paseamos y hacerme respetar.

De momento no lo consigo. Poco a poco. 

miércoles, 7 de agosto de 2013

Esperando el minuto 1'27" de mi vida...


Chocolatito y Ricitos de oro

Son mis hijos y mi vida entera. Les llamo así de forma cariñosa y a ellos, como a mí, les encanta.

El pequeño que ya con veintidós meses, repite todo sonido que oye, cuando le digo chocolatito de mamá me dice "tatito" y se ríe poniendo esa carita que hace que me lo coma a besos. 

Desde que nació estableció una relación muy especial con su padre y aunque se pasó quince meses pegado a mi teta, cuando veía a su padre se le llenaba la expresión de alegría. Es por esto que para él esta separación ha sido especialmente complicada. No olvidaré jamás cuando al principio de haberse ido el padre y después de una fugaz llamada antes de acostar a los niños, chocolatito se pasó llorando una hora diciendo "papá, papá..." hasta que se quedó dormido por agotamiento.

Ese día soy consciente de que la rabia y la impotencia que sentí me restaron años de mi esperanza de vida. 

Ricitos de oro es el mayor y con casi cuatro años que tiene está en plena fase del "¿por quéééé?". Intento estar a su altura y esforzarme por contestarle a todo de forma adecuada pero también es cierto que esta fase me pilla en un momento muy inoportuno. Requiere paciencia y tranquilidad porque según que preguntas cuando estás pensando en todo la que se te viene encima las resolvería con un "Cállate, por favor". A veces lo he hecho pero no me siento bien y saco fuerzas de donde no sabía que las tuviese para responderle por qué es mejor no meter la manguera en casa aunque sea verano y AUNQUE haga mucho calor. 

Él mantiene otro tipo de relación con su padre, también le adora porque mi marido siempre fue un padrazo que pasaba todo el tiempo del mundo y más con sus hijos. No obstante se percató de cosas que o bien su padre ignoró que pudiesen afectarle o es tan idiota como para no darse cuenta. En cualquier caso, culpable. No se le ocurrió otra cosa que, incluso antes de separarnos, en plena crisis, cuando me decía que quería ir solo con los niños, se llevaba a su amiga con ellos. 

Mi ricitos de oro no es tonto y me ha costado mucho dejar de oírle decir que (la amiga de papá) es mala o que no quiere jugar con su hijo o que no quiere ir con papá o la última, que está enfadado con papá y no quiere hablar con él por Skype porque tiene una mamá y un nene nuevos. Esto te quiebra el alma. 

Dos meses de hispanidad me los ha devuelto a la senda de la estabilidad gracias a las rutinas, la tranquilidad, lo previsible: cole (escuela de verano), comer con Schin Chan, playa y helado con la abuela. Saben lo que les espera al día siguiente y el plan aunque por supuesto, va sufriendo variaciones, se mueve dentro de un abanico de posibilidades muy limitado que les proporciona seguridad.

Ahora, en una semana viene el padre y aún no he conseguido que éste  me diga donde va a estar o qué tiene pensado hacer con los niños, le he propuesto un horario y una coordinación de la que espero desde hace una semana respuesta. Hoy por primera vez ni ha llamado ni ha dicho nada, hasta ahora aunque no llamase al menos se dignaba a dar alguna que otra excusa patética, pero siempre había dicho algo.

Es cierto que necesito un poco de tiempo para mí, para tumbarme en la toalla de la playa y no estar como una loca corriendo de la orilla a las toallas de otros bañistas a los que chocolatito quiere embadurnar de arena. O salir y sentarme en una terraza a tomar un granizado de almendra oyendo las olas del mar y no a ricitos de oro colapsando mi mente con "por qués". Pero también es cierto que todo esto se queda en una tontería sin importancia cuando pienso en que su padre pueda enturbiar esa tranquilidad que sangre, sudor y lágrimas me ha costado conseguir. Pensar en no verlos en todo el día me estremece, pensar en que les pueda pasar algo, pensar en que se ha pasado casi tres meses sin verlos y que ya a penas se conocen. Se me saltan las lágrimas.

Que no venga por favor. Que no venga...

domingo, 4 de agosto de 2013

"Es sólo una amiga"

Voy a intentar remontarme a los orígenes de lo que desembocó en mi separación para poder explicar uno de los motivos de toda esta historia.


En junio de 2012 y después de una dura e interminable mudanza a una casa que por fin nos llenaba, -en la que tendríamos espacio para todo y para todos, que cumplía nuestras expectativas y más concretamente, las mías-, mi marido se iba por una actividad organizada por la empresa con otros compañeros. Lo había hecho dos años antes y no había habido ningún problema. Cómo él se iba y para no quedarme sola en casa con los niños, decidí irme a España a que nos diera un poco la brisa marina y volver todos recuperados a nuestra rutina después de esos días de relajación.

Al volver me encontré una realidad algo amarga, me encontré con su indiferencia y su falta de atención. Antes disfrutaba de volver pronto a casa y disfrutar su tiempo con nosotros y ahora tenía otras cosas en la cabeza, como ir a tomar cervezas con sus amigos, o la fiesta de verano de la empresa en la que se presentó a las 6am sin ni si quiera avisarlo, ya me pondré un día con más detalle. La cuestión es que se distanció y para llamar su atención, yo le presionaba y le decía cosas cómo que debía centrarse y entender que estábamos hasta arriba con dos niños tan pequeños y que dentro de unos años ya habría tiempo de fiestas y salir hasta las tantas, que ahora la situación nos exigía todos los sentidos.

La presión lejos de surtir algún efecto le alejaba cada vez más de mí y le llevaba a la necesidad de irse por ahí a desestresarse, como decía él. 

La cuestión es que un día mientras cocinaba y hablaba con él, me giré y me di cuenta de que estaba con su móvil, sin prestarme ninguna atención y además sonriendo. Le pregunté con quién hablaba y me dijo el nombre de un chico. Yo no le presté mayor atención y seguí hablando pero en un momento que me acerqué a la nevera vi su móvil y vi la foto de una mujer con la que estaba hablando por Whatsapp. Se lo dije y me dijo que no me lo había dicho para que no me enfadara. ¡Vil excusa! 

Este argumento, el de que no me lo decía para que no me enfadara lo ha utilizado hasta la saciedad y no entiendo como se puede ser tan idiota como para no pararse a pensar, -vamos a ver, si lo que estoy haciendo molesta a la persona que tengo a mi lado ¿no será porque tal vez está mal?-. Como mínimo cuestionarse a uno mismo ante esta situación recurrente. La cuestión es que efectivamente este mismo hecho se repitió muy a menudo. A través de esta chica que lo publicaba todo en facebook pude ir viendo todo lo que mi príncipe azul iba haciendo a escondidas. Nada realmente relevante pero lo molesto es que lo hiciese a mis espaldas.

La cuestión es que cuando se lo dije su respuesta fue negarlo y su amiga me bloqueó en Facebook para que no pudiese seguir viendo lo que hacían. Cuando le comenté este otro hecho a mi marido su respuesta fue que como cuando veía esas cosas me enfadaba pues se les había ocurrido que no lo viese. En serio, lo más insultante son las formas al margen de los hechos. ¡Qué pueril!

Poco a poco la cosa fue siendo más descarada y una amiga se los encontró en alguna ocasión. La cosa era obvia pero siempre que le pedía sinceridad para acabar con esta historia y no hacernos más daño la respuesta siempre era la misma "es sólo una amiga".

A esa amiga se la trajo también a nuestro apartamento a España cuando la separación ya era un hecho con el agravante de que dejaron la casa llena de pelos y suciedad y después, mi madre, que prepara la casa para el alquiler vacacional, tuvo que limpiarla por lo que doble humillación, por un lado que venga a mi casa sin mi permiso con su amiga y por otro lado que sea mi madre la que tenga que limpiar la suciedad que ellos dos han dejado. 

Es el día de hoy en que sigue hablando de ella como una amiga aunque en ocasiones haya dormido en su casa y vayan a todas partes juntos o al menos esa fue mi percepción mientras me interesó saber qué hacían. 

Otras ideas brillantes de mi marido han desembocado en problemas realmente graves como llevársela a las visitas con los niños y que mi hijo mayor empiece a tener alteraciones en su comportamiento como para que en la guardería me transmitiesen su preocupación. Esto si que me causó impacto, pero en otro momento y con calma rindo cuentas de ello, que la historia aún no ha terminado.

A veces me he preguntado como una persona que ya se ha separado y que tiene un hijo no encuentra ciertos límites cuando se trata de abordar a una familia. Yo a ella no la acuso de nada, es mi marido y al margen de ella, mi marido es el que me debía explicaciones y sobre todo respeto.

Respeto, respeto, respeto...


viernes, 2 de agosto de 2013

¡Avante a toda!

Queda un mes escaso para mi regreso a tierras teutonas y ya he empezado la fase activa de búsqueda de empleo en Alemania. 

Tengo que acabar de pulir el currículo y hacer una buena plantilla de mi carta de presentación para después simplemente cambiar detalles para cada empleo. Para esto espero encontrar algún aliado que otro, por aquello de no meter mucho la pata con faltotas de ortografía o expresiones que dada la inercia, se traducen literalmente del idioma materno pero que se desvirtúan cuando las trasladas tal cual, a otro idioma. 

Voy a empezar siendo algo selectiva e iré reduciendo las exigencias hasta que encuentre una fuente de ingresos. 

Esto es un reto, lo sabía cuando me metía en este fregado pero ser capaz de conseguirlo me da fuerzas para darlo todo. 

Si lo consigo ¡ay madre, si lo consigo! De hacerlo, me habré demostrado muchas cosas a mí misma y si no, a plantearse el futuro de otra forma y confiar en que si el destino me lleva a otros puertos será porque algo bonito me espera allí.