viernes, 22 de noviembre de 2013

Aprendiendo a ser feliz

Es harto conocido eso de que en esta vida no paramos de aprender, el archiconocido dicho, no te acostarás sin saber una cosa más y todas esas paparruchas que están ahí pero a las que no préstamos demasiado atención ni somos realmente conscientes. Perdón, hablo particularmente de mí, generalizo a consecuencia de sendas conversaciones en las que todos los interlocutores hemos acabado asumiendo que es un hecho y que bien valdría la pena detenernos, respirar, abrir los ojos y ver que tenemos a nuestro alrededor. 

En estos últimos tiempos he vivido muchas cosas ¡y las que me quedan! ¡No hay duda! Pero me han dado la capacidad de cuestionar ciertas cosas, ciertos valores que creí fijos, estáticos, inamovibles. Eso es bueno. Es abrir una ventana en una habitación que llevaba cerrada años. 

También me pasa que soy menos sensible a los comentarios ajenos, a lo que piensen los demás y eso también es bueno. Me da autonomía, seguridad.

Tengo suerte, mucha suerte. 

No, no me he vuelto loca. Lo peor en esta vida no es que te pasen cosas feas, cosas malas u horribles, lo importante ante esas situaciones es lo que se desencadena después. 

Yo he sufrido y sufro una separación muy traumática, desde que toda esta historia diese comienzo allá por el verano del 2012 no han cesado los despropósitos por parte de mi exmarido pero todo eso ha desencadenado en mí y en la gente que me quiere unos mecanismos que no paran de sorprenderme. Al principio fue duro, había realidades que aceptar, a mis padres les costó asumir que esta situación no les devolvía a ellos la potestad de decidir por mí y creo humildemente que en ese sentido he conseguido hacerme respetar y tras algunas dificultades, que haya conseguido estar donde estoy, es gracias a su generosidad y su apoyo. Esto por un lado, pero mis amigas, algunas a las que siento que no me bastará una vida para agradecerles todo su apoyo y cariño, sus comentarios, sus palabras de ánimo pero también y aún más importante, sus críticas. Me dan perspectiva, me orientan y ahora que me siento fuerte y segura también puedo decirles, vale, pero no estoy de acuerdo, no lo veo así y podemos seguir con otra cosa con total confianza y sin que nada de lo anterior nos moleste. 

Por todo esto y mucho más me siento muy feliz. Ahora sí, ahora veo que después de superar ciertas dificultades lógicas de esta situación habré salido reforzada y con un resultado mejor del que tenía antes. 

Uno es feliz en la medida en la que conoce la felicidad, según vamos ampliando horizontes nos damos cuenta de que lo mejor estaba por llegar. 

lunes, 11 de noviembre de 2013

Ça marche!

Hace casi un mes que empecé a trabajar y aunque es mejorable y tiene alguna que otra pega, es un trabajo, género ingresos y me paga el seguro médico a mis hijos y a mí. Más que un aprobado merece y el reto principal que me propuse en tierras teutonas conseguido. Me siento orgullosa de mí misma.

El día a día no es fácil y si ya era complicado antes, ahora que me paso trabajando todo el tiempo que mis hijos están en la guarde, lo es más. Me refiero a hacer la compra, a limpiar, poner lavadoras, preparar comidas... Vamos, lo que hace toda "madre" de vecino. 

Tendrías que ver mi cocina y mi salón... Ese rato entre que llegamos de la guarde y se acuestan, lo dan todo y más. Yo les permito ciertas concesiones porque sí encima de que se pasan de 8 a 16:30 en la guarde luego solo hago de policía, no disfrutaremos nunca los unos de los otros. Reservo las pocas fuerzas que me ha dejado el día para sentarme con ellos mientras se hace la cena y montar vías de tren, dibujar en la pizarrita mágica con el pequeño, hacer carreras con las maletas de viaje que aún no he conseguido bajar al trastero y todo lo que no sea peligroso para nada ni para nadie, dentro de ciertos límites porque si se presentase aquí alguna amiga sin hijos, lloraría de la ansiedad pensando en que rozamos los límites de nuestra integridad física. Es así y el que no se lo crea, que tenga dos hijos con tan poca diferencia y ponga a prueba su capacidad de sorpresa. 

Desde hace unos días conseguí que el padre los recogiera por las mañanas lo cual nos permite poder estar en la cama algo más de una hora extra y me ahorra dinero de transporte, tiempo, sudor y nervios. Creo que es positivo para todos: los niños adquieren un contacto rutinario con el padre, al padre aunque se opuso con todas sus fuerzas creo que también le está gustando y a mí, qué deciros, a mí me permite poder acabar de arreglarme tranquila antes de ir a trabajar y llegar al trabajo de hora. Todo un lujo, que dure! 

Entre tanto conocí a alguien simpático y majete aunque para variar, más liado que la pata de un romano así que entre mi vida, la suya y todo lo demás hace como diez días que no nos vemos. No ha pasado nada de nada pero no tengo prisa y si no sale nada, tampoco pasa nada... De momento me ilusiona y si algo así, casual y espontáneo surge, estupendo y si no, lo dicho, a seguir con lo mío que bastante tengo aunque también siento que me apetece y me desquita de otras cosas así que pese a que en ocasiones me lluevan críticas, las escucho, las analizo y sigo mi instinto.

Hoy no puedo más y aún tengo que poner algo de orden en este sindios pero lo hago con la satisfacción de sentir que la cosa avanza, que he conseguido grandes logros y que el sufrimiento, la lucha y ser paciente, tienen su recompensa. 

Weiter so!


lunes, 4 de noviembre de 2013

Viviendo deprisa

La semana pasada llegué a la conclusión de que había que "reajustar valores" y todo porque si no toqué fondo, estuve cerca.

Olvido cumpleaños de gente importante para mí, no atiendo a la gente que me quiere o no al menos como debería y acabo viendo la vida como un cronómetro. 

No puede ser.

Sea cómo sea, debo encontrar ese punto que me permita sentir que disfruto con lo que hago. Estoy hablando de que poco o mucho, el tiempo que paso con mis hijos debe ser para disfrutar con lo que hacen y para no ver la vida como una cuenta atrás hasta que se duerman.

También es cierto que hay que tener en cuenta que el trabajo, prácticamente a jornada completa me absorbe muchas fuerzas, tiempo, concentración y energías. Cuando salgo tengo ganas de tomarme algo fresquito o calentito, sentarme, pensar en algo que me relaje y que me permita retomar fuerzas para seguir.

He empezado tirando más de babysitter, los niños la adoran y si tienen que pasar una tarde o una noche con ella, ese es definitivamente dinero bien invertido.

Por las mañanas no muero intentando hacerlo todo sola, de milagro. No llegar demasiado pronto a la guarde para que no me penalicen y tenga que pagar más, ni demasiado tarde para llegar puntual a trabajar y todo tirando de bici o transporte público. ¡Una aventura!

En este sentido he optado por cantarle las cuarenta al padre e intentar que los recoja por la mañana y los lleve a la guarde. No ha sido fácil ni sé si en dos días me dirá que no puede. Veremos.

Por otro lado, aunque muertita, cuando acuesto a los niños miro de preguntarle a esas personas a las que les debo tanto como ha sido su día y me cuenten sus problemas. En realidad me encanta, me encanta no hablar tanto de mis problemas porque poco a poco dejaran de serlo y sentir que soy un apoyo para los demás me da fuerzas. 

Por otro lado, voy aparcando cosas para cuando me acuesto y al final la montaña es tan grande que me decepciono a mi misma continuamente. No puede ser. La decepción consume energías que debo invertir en cosas más productivas. Así que ahora mismo, que tengo que preparar una enorme tortilla de patatas para mañana la guarde he decidido relajarme un poco en el sofá, tomarme algo que me guste y poner la alarma para dentro de dos horas. Que consigo sobrevivir a este sueño matador y no duermo? Mejor, que sí? Pues al menos me despertare para preparar la tortilla. 

Y punto importante, salidas y encuentros. Me traslada a otro mundo, me evade sobremanera, me hace sentir algo más que madre, trabajadora o limpiadora. He decido invertir en mi felicidad y la de los míos y quitarme de encima el peso de la limpieza de la casa, he contratado temporalmente alguien que me haga una limpieza profunda a la semana y esa misma persona viene entre una y dos veces a la semana a estar un rato con ellos para que yo disfrute un poco de mi tiempo.

De momento todo va, es otra situación, otra experiencia y vuelvo a la fase de pruebas. No puedo estar nunca cien por cien segura de si estas decisiones son las más correctas pero al menos de momento responden a mis inquietudes y mis necesidades. 

Pongámonos manos a la obra y basta ya de vivir deprisa, esta vida es corta y hay que disfrutarla :)

¡Os deseo a todas feliz semana!



domingo, 27 de octubre de 2013

Turno 24/7

Cuánto ha cambiado la cosa en estas últimas semanas. Increíble.

Para empezar, tengo trabajo. Ayer salí a hacer una modesta celebración aprovechando que tenía una amiga en casa que se va a quedar una temporada por la ciudad. 

Mi chrono diario me asusta a mí misma e incluso hay veces que me entra angustia pensando en si llegaré a tiempo al trabajo o antes de que cierren la guardería. 

El despertador suena a las 5am aunque suelo poner el primer pie en el suelo a las 5:30am. Necesito ese tiempo, lamentablemente no soy de ese tipo de personas a las que según les suena el despertador se levantan. Me ducho y si tengo suerte, los niños no se despiertan hasta las 6am y he tenido tiempo de preparar el desayuno mientras organizo mentalmente el día y las prioridades del momento. 

A las 6:30 tenemos que estar listos para salir de casa. Los niños han desayunado y los he vestido. Las mochilas y demás cosas están listas en la entrada desde la noche anterior. 

O bien en bici o en tranvía, ponemos rumbo a la guarde. 

A las 8am tengo que estar en el trabajo. Hasta ahora lo he conseguido. 

A las 4pm salgo del trabajo. Tengo que apresurarme, a las 5pm cierran la guarde y teniendo en cuenta la distancia no puedo tomarme ni un minuto. Esta semana pasada llegué un día a las 4:55pm y casi me da una crisis cardíaca. Ya me pasaron el aviso en la guarde, conociendo mis horarios, que los niños tienen que estar a las 5pm fuera! 

Cuando los recojo, después de la hora a la que me he levantado, de haber sudado corriendo de aquí para allá y de haber trabajado todo el día, estoy más para un té calentito sentada con una mantita en el sofá que para dedicarme en cuerpo y alma a mis cachorros, pero oye, quien más quien menos, está en las mismas y lo lleva con dignidad.

La fiesta no ha hecho más que empezar y las 3 horas que nos separan hasta meterlos en la cama y cruzar los dedos para que se duerman sin demasiadas historias, acaban conmigo del todo. La mayoría de días no ceno, o poco, guarradas o como frutos secos o chocolate. Esto tengo que cambiarlo. 

Una vez que los acuesto y duermen de forma efectiva, me pongo a recoger, preparar la ropa de los niños y la mía y dejarlo todo para no dar lugar a retrasos. 

Antes de esto, me he tumbado un poco en el sofá o he puesto música o he cogido una revista o mi deporte preferido, mirar trapitos por internet :)

Y cuando ya no tengo fuerzas me acuesto y a cruzar los dedos para que no se despierten durante la noche, que no tengan ganas de hacer pipí, de beber agua, leche o qué sé yo!

Me siento feliz, orgullosa de mí misma, no puedo con mi alma, tengo agujetas pero lo estoy consiguiendo. Poco a poco estoy yendo al camino de la autonomía en todos los sentidos, personal, económica... 

Ha sido duro, pero ahora sí, ahora ya veo la luz!

#Sobreviviré

martes, 1 de octubre de 2013

Volcada en la búsqueda de empleo

Después de ver que este mes no sólo he tenido que hacer frente a los gastos del mes, sino a los atrasos desde que me fui (¡qué listo!), guarderías, suministros varios y otros gastos me doy cuenta que mis previsiones me empujan al acantilado económico.

Entre todo lo que tengo que hacer, entre toda la tediosa burocracia en la que me veo envuelta, entre cuidar de mis hijos, de la casa, de mí, tengo que hacer horas extras para mandar currículums con carta personalizada dazu como se estila en estas tierras, ir a empresas de trabajo temporal, maquearme y ponerme crema antiojeras para compensar las 5 horas que con suerte, alcanzo al cabo del día.

Dicho sea de paso, viendo que era contraproducente para mi salud, he dejado el Redbull (¡notición!) y procuro mantenerme con un café con leche por las mañanas, en lugar de los dos o tres cafés que me venía tomando (a parte del redbull).

Hoy precisamente tengo una entrevista, espero que sea fructífera y además comprando el pan he visto que buscaban gente, así que doble trabajo hoy. Prepararme para la entrevista y darlo todo y preparar currículum y carta  de presentación para enviarla por correo a la franquicia que me suministra pan y cruasanes.

Esta mañana, en otra más de las administraciones a las que he acudido, me ha vencido el desánimo y he roto a llorar delante de la funcionaria que no daba crédito a lo que le contaba. Va a necesitar que le lleve una montaña de papeles para empezar a tramitar cualquier ayuda, así que he reservado la noche, cuando los niños se duerman, para tenerlo listo para esta semana.

En esos momentos he llegado a pensar "juro que te mataré", no lo toméis como nada literal, es una forma de decir que me pagará todo este desgaste, este dolor, este sufrimiento y lo que es peor, el sufrimiento que de forma directa o colateral les llega a mis pequeños.

Con la cabeza alta, con fuerza, con brío, con un aquí estoy yo, pongo a Dios por testigo :) que salgo de esta!

domingo, 29 de septiembre de 2013

Se acerca otra fecha crítica

En breve es el cumpleaños del pequeño y mucho me temo que aunque lleve todo el mes sin venir a ver a sus hijos, eso no se lo va a saltar.

Lo digo desde la más profunda de las preocupaciones porque no se cómo van a reaccionar los niños cuando le vean de nuevo. Me preocupa volver a tirar por tierra cierta estabilidad ¿O tal vez lo asuman con naturalidad?

Mi terapeuta recomienda visitas breves y a poder ser, conmigo presente. En casa no le quiero e irme con él al parque, me da yuyu.

Ya no sé qué es mejor, que le vean o que no. Porque lo cierto es que al principio fue duro ver la cara de pena con la que el pequeño llamaba a su padre, como queriendo decir quiero verle mamá. Y lo que me dice el mayor, mamá dile a papá que venga a buscarnos.

Por mi parte creo haber cumplido cuando le he repetido hasta en tres ocasiones que cuando quiera ver o hablar con los niños, que me lo diga. Hace dos semanas que no hablamos de nada y sinceramente no me apetece un pimiento verle, cuanto menos le veo, menos quiero verle e imagino que los niños se adaptan a su realidad y en mi esfuerzo de cubrir las carencias que les vayan apareciendo, ellos tienen una vida normal y feliz.

Aunque tal vez se líe la manta a la cabeza y ni si quiera haga intento alguno por verlos, ni en el día en que uno de ellos cumple añitos. Me sorprendería, pero llegados a este punto, me espero cualquier cosa...

sábado, 21 de septiembre de 2013

Informe Semanal

Ya sabía que la semana iba a ser dura pero aún y cuando me preparo, sigue habiendo cosas que hacen que me vea superada. 

El lunes, se presenta el señor aporreando el timbre y mandando mensajes diciendo que sabe que estoy en casa y que le dé su router. No son pocos los que me decían dáselo y ya, pero es que resulta que ese día y con esas maneras me di cuenta de que no puedo someterme a sus "peticiones" sistemáticamente a cambio de la paz. El precio es demasiado alto y no va a hacer que su actitud cese, todo lo contrario. Sometiéndome a todo lo que pide sin rechistar por no discutir o exponer a mis hijos, alimento a la bestia y cada vez se siente con más fuerza para exigirme sin reparos.

Necesité ayuda, necesité que fueran a buscar a los niños a la guarde porque él estaba en la puerta esperando a que saliera, no para agredirme, pero sabiendo que tenía que salir, esperaba, imagino, presionarme hasta que le dejara entrar a por su maldito router. Que dicho sea de paso, ya que migraba su contrato a casa de su novia, al menos que me hubiese tratado con dignidad y no me corte los servicios con mala baba o si es así, acepta que vas a tener tu router cuando a mí me de la gana. A los tres días me lo volvió a pedir y se lo llevó. Fin de la historia (de ésta).

El martes llegaba una amiga a casa, se instala en la ciudad unos meses. Estuvimos para arriba y para abajo, y todo añadido a mi ritmo habitual. Lo sabía, lo predije pero no es nada que no haya hecho con gusto.

El miércoles me llamó una amiga porque una conocida tenía un puesto de trabajo disponible y conseguí una entrevista. Fue decepcionante aunque lo peor fue tener que rechazarla, ¡por Dios! con mi situación, rechazar una oferta de trabajo. La oferta consistía en 30 horas semanales, pagadas a unos 3,5€ la hora y 5€ la hora extra. Incluía trabajar sábados también y teniendo en cuenta que mi babysitter cobra 10€ la hora, por su trabajo durante los cuatro sábados del mes tendría que entregarle todo mi salario. No tenía sentido.

El viernes después de llamadas y mensajes conseguí una babysitter y después de mucho tiempo salí a divertirme y a reírme con un par de amigas, me vino tan bien, que hoy lo vamos a repetir. ¡Hay que aprovechar!

Hoy he tenido un encontronazo con una señora en el tranvía y la señora ha pagado todo el estrés que no siempre consigo canalizar de forma saludable. No es que no se lo mereciera, pero yo no me siento orgullosa de mi actuación. 

Ir en el tranvía con dos niños tan pequeños implica en ocasiones que griten, que se quieran poner de pie en el asiento o cosas por el estilo. Normalmente y pese, en ocasiones, a algunas miradas desaprobadoras, lo solemos conseguir sin percances, pero la señora de hoy ha entrado a matar. Me ha dicho que consideraba inaceptable que los niños pusiesen los pies en el asiento y dicho así, parece que yo miraba desde la otra punta del vagón como mis hijos saltaban descaradamente encima del asiento. No, yo estaba de pie, a su vera, pidiéndoles que se sentaran bien, que no pusiesen los pies encima del asiento, que no gritasen pero ella obviamente no me entendía. Dio igual, insistió y la miré con mala cara, a lo que de repente cogió y les habló directamente a mis hijos diciéndoles que eso los alemanes no lo hacen que eso sólo lo hacen los españoles. No fue que hiriera mi sentir patrio, ni tampoco fue su insistencia, imagino que debía ser una persona triste y con alto grado de frustración que no encontraba forma de canalizarlo si no era de esta manera. Lo que realmente hizo que empezara a echar fuego por la boca, que le pidiese que se bajase del tren si tenía problemas y que le dijera de todo en mi idioma materno, fue que se dirigiera a dos niños pequeños, que los intimidara, que utilizase esa forma de expresar su indignación. Me oyó en el tren y cuando bajamos le pegué una voz con algo que la dejaba en evidencia delante de toda la parada. 

Insisto, no me siento orgullosa, no lo volvería a hacer, fue todo fruto de mi nivel de estrés.

Y finalizada otra semana, me siento satisfecha pero aún no he cumplido el objetivo principal de encontrar un trabajo. Espero tener noticias esperanzadoras la semana que viene, mi tiempo se acaba.






lunes, 16 de septiembre de 2013

Presiones sumadas a los problemas

Resulta que a parte de dejarme sin suministros debo darle ¡A la voz de ya! cosas de la casa que parece que le pertenecen. Y las maneras no son adecuadas, me pide ayer que le entregue cosas y cuando le respondo que en cuanto pueda se lo prepararé sigue insistiendo para que le confirme lugar y hora y cuando le recuerdo que ya le he dicho que en cuanto pueda, que ya me parece mucho más de lo que él debería esperar, sigue insistiendo. Mi hijo de cuatro años no es tan insistente, y ya es decir.

Esta semana voy a estar ocupada prácticamente todo el día con gestiones e incluso auguro que los niños me tengan que acompañar en alguna ocasión, como para andar preparándole sus cosas. Mira, es que ya estoy llegando a un punto en el que el estrés me come, en el que vivo de redbulls para poder hacer (casi) todo lo que me propongo hacer. En el que tumbarme para relajarme un minuto me produce cargo de conciencia. 

Limpiar, preparar la comida, poner al menos una lavadora, comprar un candado para la bici, ir a la farmacia a por algo para las crosteritas que le salen al mayor en la cabeza (un champú hipoalergénico?), el pequeño necesita unas zapatillas más pequeñas las que le compré se le salen, ducharme!!!!, llamar a la empresa suministradora de internet para que me confirmen hora para la instalación (aún no lo han hecho y no puedo pasarme el día esperando a que vengan, no puedo)...

Voy a empezar por el principio y a repetirme cada diez segundos que esto pasará, que hay que pasarlo porque algunos lo han querido así, que venirme a bajo sólo va a inutilizarme y hay mucho que hacer. Mis hijos, mis hijos, mis hijos... 

Música para coger ritmo, una ducha y empecemos ¡vamos!

domingo, 15 de septiembre de 2013

Estoy perdida

Esto ya no hay por donde pillarlo. Mi exmarido ha perdido la cabeza y esto no va a acabar bien.

Llevamos más de dos semanas en Alemania y el padre todavía no me ha pedido venir a buscar a sus hijos y el contacto con sus hijos se reduce a dos interacciones (penosas) por Skype. Alucinada me tiene.

Estoy perdida, entre que llevo lo que va de mes apagando fuegos a golpe de transferencia para hacer frente a pagos básicos de la vida diaria (junto con los atrasos) como puedan ser guarderías, la comida de los niños en la guardería, las clases de natación de antes del verano, la luz que han gastado él y su novia este verano en nuestra casa y un largo etcétera; entre esto y su desvarío intentando por todos los medios hacerse con la mitad de nuestros bienes de la casa, sin pararse a pensar que se está perdiendo a sus hijos junto con el hecho de que está deteriorando ya no nuestra posible relación de amigos en un futuro, si no ya la relación que le va a tocar tener conmigo toda su vida por nuestros hijos en común.

Honestamente creo que está abanderando un despropósito tras otro. Creo que se ha subido a un tren del que ahora no puede bajarse, tal vez porque defraudaría expectativas de las personas de su entorno, porque piense que su única opción ahora es tirar para adelante porque venirse atrás le mostraría como un ser débil, o tal vez porque simplemente sea idiota.

Yo procuro no prestar demasiada atención a todo lo que no sea salvar mi situación, hacer frente, de momento con ayuda, a todas las deudas que afectan a mi día a día, a buscar trabajo, a mejorar en todo lo que pueda el idioma y por su puesto, en pensar en mis hijos y en mí, pero cada vez que giro la mirada a ver cómo está la situación lo cierto es que me asusto.

Supongo que habrá lugar para un post posterior que aclare tanta incertidumbre pero de momento, estoy perdida.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Y el Oscar al mejor padre del año goes to...

¡¡¡El padre de mis hijos!!! Por "Como ser capaz de llevar diez días sin ver a mis hijos" y la secuela, "Seguir haciendo pasar a mi familia por el bochorno de hablar por Skype cuando nadie quiere y estando a cinco minutos de distancia".

Yo sigo pensando que hay algo oculto detrás de todo esto. Hombre, vergonzoso debe de ser para el padre mirar a la madre de sus hijos a la cara con toda la que le ha preparado a su vuelta pero te metes la vergüenza en un saco y vas a ver a tus hijos, que éstos aún no dan crédito a tu ausencia.

El merecido premio no se lo lleva sólo por no ver a sus hijos, si no por su insistencia de seguir hablando por Skype con ellos estando a cinco minutos de casa. Mi hijo mayor no da crédito, de verdad lo digo, porque cuando le digo que vamos a hablar con su padre por el ordenador me contesta, pero mamá si ya estamos en Alemania porque seguimos hablando con papá por el ordenador. 

¿Y? ¿Qué le contestas a eso? Si hijo, tu padre es un imbécil que tiene el seso sorbido por su nueva novia y es incapaz de darse cuenta de que sus hijos necesitan verle y estar con él. No, claro que no, respiro hondo y ya no le pido nada a Dios, después de la faena del avión pero pienso en todo lo que he conseguido hasta ahora y muy tranquilamente le digo a mi hijo que tal vez papá tiene mucho trabajo ahora pero que estoy segura que en cuanto pueda, vendrá a verle. Sí mamá, me responde él todo inocente. No quiero mentirle y lo hago, pero lo hago pensando en que es lo mejor que le puedo decir.

Cada día cojo más valor y más coraje para no hablarles ni una palabra mal dicha de su padre, todo lo contrario. Cuando mi hijo en este mar de dudas y de incógnitas que despiertan su ausencia injustificada, me pregunta si papá le quiere, le respondo que sí, que mucho. Creo que su padre les quiere pero que ahora está viviendo un mar de sensaciones nuevas, como son esa fase incipiente de la pareja, del enamoramiento y tiene las neuronas atontadas. 

Cuidado, no es justificable lo que está haciendo. No hay nada en el mundo que pueda justificar que un padre olvide a sus hijos de esta manera pero intento buscarle una explicación para canalizar la ira que se genera en mí cuando veo a mis hijos tristes, angustiados, decepcionados y de esta forma tan gratuita.

Cada día tengo más claro que mis hijos necesitan alguien que esté ahí, con ellos, que les diga lo que tienen que hacer, que les haga ver los límites y les dé una reprimenda cuando sea necesario. Creo que eso lo agradecen, les da seguridad, sienten que así es como tiene que ser.

Como en todo, cuando ves que lo que haces tiene resultados positivos, te animas a seguir haciéndolo aún mejor. Con lo que estos dos enanos están haciendo que saque lo mejor de mí y sea cada día mejor madre.




domingo, 8 de septiembre de 2013

Momentazos de la semana

Esta semana ha sido de aúpa, entre casa, niños, llamadas, facturas impagadas y demás pensé que no salía. Pero aquí estoy dando fe de que no sólo he sobrevivido a mi primera semana en pleno mogollón si no que la acabo con una sonrisa en la boca y con el orgullo de sentir que le he echado un par al asunto.

En el ranking de la semana tenemos varios momentos de esos que he venido a llamar momentazos y que me alegra darme cuenta cuando pienso en ello, de lo que he sido capaz. ¡Y esto es sólo el comienzo!

Uno de esos momentazos fue cuando al llamar a la compañía de teléfono móvil éstos me dicen que qué factura quiero pagar si mi marido ha cancelado el contrato. Mi cara era un poema porque hacía dos semanas que me había dicho que iba a pagar la factura en breve y resulta que hacía un mes que había cancelado el contrato.

Seguimos, llamada a la empresa suministradora de electricidad. Hola, quería informarme sobre la situación de pago del suministro. Si, claro, le informamos que en tres semanas procederemos al corte del suministro. No tengo palabras para describirlo. Con dos niños en casa, me imaginaba encendiendo velas y representando una obra teatral casera de Pocoyo en aras de ofrecer a mis hijos la cantidad diaria recomendada de su estimado Pocoyo. Resulta que mi marido había enviado un escrito informando de que solicitaba la cancelación del contrato, nuevamente. No, no ha perdido el tiempo este verano, desde luego que no. Entre novia y bajas de suministros no le debe haber quedado tiempo para tomar el sol al muy gañán.

La natación del mayor. No es que lo anterior no tenga que ver con los niños directamente, es decir, tener línea de teléfono para poder hacer una llamada en caso de necesidad y sí, estoy pensando en la anécdota del poni, pues no me parece que no afecte a sus hijos porque podría estar exponiéndolos a un riesgo. Lo de la luz ya cae por si solo, pero que no pague la natación de su hijo y que la mujerina de la natación, al parecer, se haya pasado el verano llamándole y mandándole cartas avisando del impago, no tiene nombre. Nada, la llamé, le pedí disculpas, le pagué y no me quedó más remedio que explicarle que yo soy una de esas mujeres que le ha tocado pegar con un marido que se ha ido con otra y se comporta como un descerebrado y un irresponsable, lo entendió a la primera.

Momentazo fue ese también en el que me manda un mensaje a las seis de la tarde diciendo que va a venir a las ocho de la tarde a ver a los niños y a recoger su correo. Así, tal cual, ni si te va bien, ni si a los niños les irá bien, nada. A los niños he cogido la costumbre de acostarlos precisamente a las ocho, caiga quien caiga, es la hora de dormir y aunque los primeros días el mayor se hacía el remolón, ahora ya lo hace a la primera y sin problemas. Es obvio que, por un lado, no iba a dejar caer mis logros por su capricho de ver a los niños cuando les diese la gana y eso sin tener en cuenta que no son horas para venir a visitar a tus hijos. Y luego está el hecho de que yo en mi casa no le quiero. ¿Estamos a caso en situación de hacernos visitas?. Lo que debería hacer ni lo menciono porque lo ve un ciego pero es obvio que un idiota obnubilado con su nueva novia, no.

Y por último, momentazo aquél en el que en un momento de bullicio en el tranvía y después de subirme a un vagón lleno de punkis cantando y gritando cerveza en mano, se me escabulle el mayor y pierdo contacto visual. Después de cinco angustiosos segundo gritando su nombre y apartando gente con el pequeño en el carrito, intentando hacer callar a la marabunta sin resultado alguno, saco a la madre leona que llevo dentro, lanzo un rujido que se calla hasta el conductor. "Ejem, pueden por favor decirme si ven a un niño pequeño. Gracias" y apareció mi ricitos de oro de entre los punkis asombrados de ver a una señorita con semejante vozarrón. Tardaron tres segundos en volverse a poner a cantar pero ver sus miradas de asombro e incredulidad fueron un subidón de adrenalina.

Y con el subidón de adrenalina doy por concluidos los momentazos de la semana :)

miércoles, 4 de septiembre de 2013

¿Siesta o RedBull?

Aún estoy en fase de adaptación como mis hijos en la guardería, que se vuelven a adaptar aunque ya les resulte todo  familiar.

La vuelta está siendo dura porque obviamente hay muchas cosas amargas, el hecho de que mi exmarido y su novia hayan estado viviendo en mi casa durante nuestra ausencia ha hecho que su impronta esté por toda la casa. Hasta corazoncitos pintados en la pizarra me he encontrado. A veces lo vivo como algo humillante, pero casi siempre me río.

La cuestión es que entre ubicarme y organizar la ropa de los niños, que a esta edad crecen tan rápido que todo lo que tenían en sus cajones les está pequeño. Luego tengo que ponerme al día con todos los pagos pendientes, acreedores que me llaman, a los que llamo... Vamos, que las horas de guardería se me quedan en nada para poder hacer todo lo que tengo que hacer. 

Uno de mis principios es, ya que aún no trabajo e igualmente van a la guardería cuando los voy a recoger tengo que haber hecho todo lo imprescindible y dedicarme a ellos por entero. Nos vamos al súper, que les encanta, nos vamos a la estación, cuando reúno valor, esperamos en la parada hasta que llega el tranvía que a mi hijo mayor le gusta más y todo lo que a ellos, dentro de lo razonable, se les antoje.

Por las noches, cuando se duermen, aprovecho para desquitarme por aquí escribiendo cuatro tonterías de vez en cuando ;) y continúo con mi labor de oficina, transferencias, mails y gestiones en general. Lo que a fin de cuentas supone que duermo unas cinco horas al día y cuando estoy despierta o estoy con los niños o enfollonada.

Hoy me arrastraba y me he decidido a dormir una siesta, me lo voy a permitir, he pensado. El problema es que siempre van surgiendo cosas que me impiden echarme y dormir un poco, hoy ha sido uno de esos días y llegado el momento me he preguntado, me acuesto y miro de relajarme o me tomo un redbull y echo los restos.

Adivinad.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Primer día de batalla

Dejado atrás el fin de semana nos hemos puesto manos a la obra con la vuelta a la guardería y otros menesteres.

He puesto el despertador a las seis y media de la mañana en fase de prueba y hemos llegado a las nueve a la guardería, en rigor debería llegar sobre las ocho u ocho y media. Tomo nota y mañana pongo el despertador media hora antes. 

El mayor pese a resistirse un poco, muy poco, se ha ido con su profe para reencontrarse con sus amigos que le han hecho una fiestecita de bienvenida. Para el pequeño ha sido otra cosa, no quería irse de ninguna manera con su cuidadora y bueno, por lo que me han contado lo han dejado un rato con el mayor y ya se ha sentido más a gusto. Los he recogido antes de lo habitual y aunque el pequeño se le veía algo mosca conmigo por el abandono (¡mala marrrre!), me lo ha perdonado rápido y hemos celebrado nuestro reencuentro con unos poquitos de smarties.

Del padre no hemos sabido nada desde nuestra llegada hasta que ha dado señales de vida esta tarde diciendo que quería hablar con ellos por Skype, creo que no hace falta que recuerde lo que esto supone. El mayor me ha dicho que no quiere volver a hablar nunca más con su padre, supongo que, justificadamente, está molesto con su padre por toda esta pantomima que se gasta. Estando a cinco minutos de casa como está, querer hablar por Skype nos ha parecido a todos un chiste.

Por la tarde esto era la revolución y el pequeño después de otro cambio más se me resiste a hacer sus necesidades en el orinal. La experiencia me dice que con un poco de paciencia se volverá a estabilizar en cuanto recuperemos la rutina y cierta continuidad.

Por mi parte me he estado poniendo al día con el correo y contactando todos esos acreedores molestos por los impagos. Mi teléfono móvil cortado, el teléfono fijo de casa cortado y un largo etcétera. Las sorpresas amargas no se han hecho esperar, pero lo positivo de todo pese a las decepciones es sentir que estoy tomando el control y que a la vuelta de unos meses estará todo estabilizado y pagado. 

Sigo agotada físicamente pero me iré recuperando en cuanto todo vaya tomando forma, ahora hay que echar los restos para luego recoger los resultados. Me lo repito constantemente.

Como dice mi madre, "Hija la vida es corta y una, mientras tengas a esos niños a tu lado, tienes la suerte de tu parte". Me quedo con esto.

sábado, 31 de agosto de 2013

Nos volvemos a Alemania

Después de algunos meses en España debíamos volver a Alemania, sí, digo debíamos porque el padre me daba de plazo hasta el 31 de agosto para traer a sus hijos de vuelta. Tan absurdo como innecesario, pero bueno, eso mismo pienso yo ahora de él, que es absurdo e innecesario.

Mi hijo mayor que llevaba ya unos días con la mira puesta en su viaje en avión, era incapaz de dormirse la noche antes de la emoción. Sí, muy dulce pero cuando tienes que levantarte de madrugada para ir a coger un avión y enfrentarte sola a situaciones complicadas, se te ponen los pelos de punta cuando pasan las horas y no estás durmiendo.

El viaje, como le comentaba a un amigo que me preguntó, todo lo emocionante que se puede esperar cuando viajas sola con un bebé y un niño pequeño, o como me suelen decir en el mostrador de facturación, ¿Viaja usted con un Child y un Infant, correcto?. A lo que respondo, viajo con dos terremotos pero sí, llamémosles formalmente Child e Infant.

Sobrepeso

Esta palabra no suele significar nada bueno y si ya lleva una mal su propio sobrepeso imagínate cuando la que te lo dice es la DIOSA que está detrás del mostrador de facturación con cara de "oh, oh, alguien tiene un problema". El sobrepeso tampoco era para tanto pero reubiqué los tres kilos que sobraban y los coloqué en la maletita que mantenía oculta detrás del mostrador para que no me sentenciara a muerte al ver todo con lo que pretendíamos subir al avión, equipaje de mano JE JE JE. Todo finalizaba con relativo éxito, cuando de repente la moza de facturación le pregunta a mi hijo si esa maleta que está llena de pegatinas de Bob Esponja (no preguntéis) es suya, a lo que él responde, NO, la mía es ESTA y saca a la luz la maletita de equipaje de mano.

En ese momento casi prefería volver a casa y esperar a que la Polizei viniera, me pusiera los grilletes y me llevaran ante el juez por no haber sido capaz de llevar a los niños a Alemania en la fecha acordada. Teniendo en cuenta lo anterior, esperaba que tuviese piedad, ¿quién no teme al personal de facturación?. Estoy segura que el juez hubiera empatizado conmigo nada más decírselo mientras me hubiera explicado algunas de sus experiencias... Seguro.

Control de seguridad

Control de seguridad o cómo ponerte patas arriba todos los trastos que llevas a cuestas para luego tener que volverlos a organizar de nuevo. Eso si no te toca desvestirte, quitarte los zapatos y correr detrás del niño sin zapatos o cosas por el estilo. Fue todo bien, excepto por los cinco kilos de piedrecitas de playa (ejem) que hemos ido recolectando de todas las playas a las que hemos ido y que decidí poner en el equipaje de mano para no tener problemas en el mostrador de facturación con el sobrepeso (ingenua). Bueno, se apiadaron de mí al verme sola y cargada como una mula con maletas, niño en brazos y niño como loco corriendo. Por favor, no olvidéis que si cogéis un par de piedrecitas no pasa nada, pero si llevas cinco kilos de piedrecitas, no se lo toman a bien, no, definitivamente no.

Embarque

Es este momento en el que rezo todo lo que sé, pido a Dios que por favor no me toque algún alemán falto de humor por los alrededores de mis asientos y que la señora o señor que esté sentado delante de mi hijo mayor, se apiade de mi alma. Pues será que no soy creyente y Dios me castiga por molestarle sólo cuando me interesa, que me tocó un alemán corpulento con cara de pocos amigos delante del asiento del mayor, unos pasajeros faltos de sueño a mi alrededor que querían aprovechar el vuelo para dormir  pero un mozo de buen ver a mi lado y bueno, aunque sólo fuera por girar la mirada y llevarme una alegría, ya hubiera merecido la pena. Es igual porque el encanto y mi autoestima se fueron al garete cuando mi hijo pequeño, que viajaba sentado en mis piernas, se me meó encima y el muchacho aceptó la oferta de la amable azafata para que le ubicase en un lugar más tranquilo. Todo el viaje con el pantalón como si la que se hubiese meado hubiera sido yo aunque mi hijo sequito, que llevo muda de cambio. Tres mudas de hecho, la pena es no haber puesto una para mí (verdammt!).

La llegada fue buena, pude transportar todo el equipaje hasta la zona de espera y allí me recogió una amiga que nos llevó a casa. Una vez allí, empecé a deshacer equipaje mientras los niños se reencontraban con sus juguetes después de unos meses.

En el capítulo de hoy hemos aprendido que con el sobrepeso no se juega, que las piedras, en el mar, que es su sitio y que si tu hijo está dejando el pañal "ni te cases NI TE EMBARQUES", o lleva una muda de cambio, si es que tienes narices a sumarla a todos los trastos que llevas. 



jueves, 29 de agosto de 2013

Una de vaqueros

Agotando ya las últimas horas en la tierra patria hemos ido hoy a un rancho que hay cerca de una playa dispuestos a que mis pequeños jinetes se subieran a un poni a trotar

Cuando hemos llegado nos hemos cruzado con un señor con cara de pocos amigos pero como andaba atareado transportando cajas pensé que trabajaría de mozo de las cuadras o qué sé yo. Mirando los caballos de repente nos ha desaparecido y mirando por las diferentes casetas me he dado cuenta de que no había nadie. Al cabo de unos minutos ha aparecido y le he preguntado si era él el que se encargaba de entregar los equinos y sin ni si quiera mirarnos ha contestado que sí y me ha dicho el precio. Le he dicho que queríamos un poni y le he preguntado si sería posible subir a mis hijos juntos, me responde que no, sin más explicaciones e insisto, sin ni si quiera mirarnos. Mi hijo me pregunta que por qué (qué novedad) y le digo que supongo que es porque es demasiado peso para el caballo pequeñito, que es como llama mi hijo a los ponis. El hombre se gira, algo airado y nos dice que no, que nada que ver, que el problema es que las piernas de los niños golpean las del poni al caminar y lo lastiman. Le he contestado algo sorprendida porque hablamos de un niño de a penas 4 años y otro de 22 meses, a los que sus piernas ni si quiera superarían el contorno del lomo del animal. Se gira y con mal gesto me dice que adiós y buenas tardes. Me quedo perpleja, mi hijo mayor se asusta y por si no fuera poco, estalla de indignación y a gritos y esta vez dedicándome todos sus sentidos y su mirada, me dice que siempre tiene problemas con los padres, que los niños no hacen más que darle problemas y cuando me di cuenta que miraba a mis hijos con cara de ira, salí de mi asombro de golpe y urgí a los niños a irnos, como él nos seguía, cogí al pequeño en brazos y le dije al mayor que fuera más rápido, viendo nuestra reacción elevó el volumen y prosiguió detrás nuestra hasta que también cogí al mayor y empecé a caminar apresurada, o todo lo que pude. Cuando lo tuve a una distancia prudencial y agotada por el peso de los niños y la mochila, me detuve, cogí el teléfono y marqué el teléfono de la policía local. Fue genial añadir a este mágico momento el hecho de que mi marido no hubiera pagado la factura del teléfono y tenía la línea cortada. Pensé en llamar al 112 pero viendo que el hombre, aunque seguía a los gritos no se acercaba, los volví a cargar en brazos a los dos y corrí todo lo rápido que pude hasta el coche. Sol, calor, treinta grados, el polvo del rancho impregnándose por todo, cuando estaba a punto de ponerme a llorar vi que mis hijos se reían a causa de los saltos que iba dando mientras corría y cómo hacía que ellos se desmelenaran. En lugar de llorar, me puse a reír con ellos y acabamos a carcajadas cuando llegábamos al coche. 

Pasé miedo pero me río cuando lo recuerdo y no estoy tan segura de que mis hijos puedan decir que no montaran a caballo, ¡y juntos! 

Nota mental: la próxima vez que me vaya de "Dora, la exploradora" por el mundo sola, con los niños, por favor, comprobar que tengo linea en el móvil!

miércoles, 28 de agosto de 2013

Sacando la artillería pesada

Según pasa el tiempo me voy desprendiendo de la dependencia emocional que he sentido hasta no hace mucho por el padre de mis hijos. Puede que parezca una tontería pero esas emociones me impedían plantearme según qué, bloqueaban pensamientos que por defender los míos, dañaban sus intereses (yo y mi eterno espíritu conciliador)  pero visto lo visto y que el tiempo ha ido sanando heridas y cauterizando emociones, estoy aquí para darlo todo. 

Ahora entiendo un poco (¡sólo un poco!) como no ha podido sentir remordimientos a la hora de querer dejarme sin un chavo, o cuando alarga cualquier acuerdo económico en aras de no pagar y posponerlo al máximo, o cuando nos expone a riesgo de inanición (art. 92.1 CC) por obviar cualquier responsabilidad económica o cuando encima de todo lo anterior, me reclama los humildes ingresos que produce un pequeño apartamento que hemos alquilado en dos ocasiones este verano a unos turistas. Es de locos, pero cuando no sientes nada por tu contrincante y pretendes salvaguardar tus intereses por encima de todo, avanzas por la vida como si con un lanzallamas en la mano lo hicieses.

Pero no hay de qué preocuparse porque aquí estoy yo, unos días más entera que otros, unos días llorando por los rincones por no saber como sacar a mis hijos adelante con toda la que se me viene encima y otros eufórica sintiéndome fuerte y lista para todo lo que me echen. No obstante lo cual, ya estoy empezando a recapacitar y como mínimo colocándome a su altura en la línea de acción, pero esto no es todo, hay más y poco a poco iré informando cual reportera de guerra.

Agárrate los machos querido, que vienen curvas.

Y desde primera línea de fuego, les informa Madre Separada dispuesta a lo que haga falta por sus hijos.

martes, 27 de agosto de 2013

Ya toca

Ya toca hacer el equipaje de vuelta, disfrutar los últimos momentos en mi tierra e ir despidiéndome de la gente que quiero. 

En cuanto al equipaje, me pasa lo de siempre y es que durante mi estancia a parte de ir acumulando buenos recuerdos, voy acumulando equipaje. Cosas que nos regalan, sobre todo a los niños y cositas que compro que he ido echando de menos en mi día a día en Alemania. Aún quedan unos días para nuestro regreso pero como me conozco y sé lo que me pasa siempre, me pongo con tiempo y ganas.

También estoy aprovechando para hacer todas esas cosas que dije que haría o que le prometí a mis hijos que haríamos y hemos ido dejando. La verdad es que nos hemos recorrido el lugar de punta a punta, aquí y allí, yendo a calas y playas, hemos ido tanto al acuario que ya nos conocían al entrar, hemos visitado el safari, hemos ido en barco, en tren... Cuando echo la vista atrás me queda un buen sabor de boca. Eso es lo importante.

Este tiempo aquí también he podido disfrutar de esas personas a las que quiero, que me han ido demostrando que me quieren y que están aquí para lo que haga falta. La vida con gente que te quiere alrededor es indudablemente más bonita. No son muchos, podrían ser más, pero a los que han estado no me voy sin darles un achuchón y darles las gracias por ayudarme con los niños, por acompañarme en esta nueva etapa, por llevarme aquí y allí, por escucharme, por estar ahí.

Y a parte de ir finiquitando y cerrar capítulo después de tres meses en mi tierra, también toca ponerse manos a la obra con el plan a seguir una vez esté de vuelta en Alemania. Hay tantos flancos a cubrir que a veces se me amontonan las ideas y no saco nada en claro pero como la organización me gusta ya estoy haciendo esquemas, listas y hasta presentaciones powerpoint!  :) Todo con el fin de que la organización y la previsión me ayuden a ir capeando todos los inconvenientes, que los habrá y que se me irán presentando durante el camino.

Y a parte de ir preparando el regreso y el aterrizaje en casa, también toca ir pasando página de todos estos acontecimientos que me han tenido tan tensa, toca mirar hacia adelante. Lo cierto es que ya me siento mucho más cerca de poder hacerlo, ya ni me molesta que mi marido tenga novia y familia feliz, ahora hasta pienso que si es feliz y está centrado en su vida, me dejará a mí rehacer la mía. De hecho, ya ni tengo ganas de echarle nada en cara, ni si quiera tengo ganas de hablarle. Ya toca de una vez por todas ser feliz conmigo misma, sin esperar a nadie para que me salve la vida, ni maridos que han perdido la cabeza, ni príncipes azules, ni nada. Ya toca.


lunes, 26 de agosto de 2013

Carta de su abogado Vol. II

Hace unos días recibí un mail de mi abogado, me informaba que habían contestado a nuestra respuesta. Esto va así, es un toma y daca. Yo pido, tú dices que no, tú pides y así. 

Está resultando ser aún más difícil de lo que me pude imaginar nunca así que cuando hay noticias del abogado me tiembla todo y me cuesta afrontarlo. Reúno fuerzas antes de leerlo pero no sin antes montarme películas, hago un intento de mirarlo, no me atrevo hasta que finalmente cojo valor abro el adjunto y leo el documento original que su abogado ha enviado al mío. 

Realmente no había nada nuevo que añadir a la historia: que no me va a pagar ni un chavo, que a los niños les va a pagar una miseria y que me largue de la casa en la que él figura aún en el contrato como arrendatario, a la voz de YA!. Los detalles sólo acaban de hacerlo aún todo más perverso, pero me los ahorro.

El dinero ya es para mí una gran preocupación pero el que me ponga unos días de plazo para avisar al arrendador de que me voy de la casa, me perturba bastante. No estoy en situación de afrontar una mudanza, ni física, ni emocional, ni mucho menos, económicamente. Por momentos me siento en un callejón sin salida. Mudarme de casa ahora sin saber si voy a tener que venirme a España a la vuelta de unos meses me parece una locura, hacer pasar a los niños por todo ese trance teniendo en cuenta todo lo que ya llevan a las espaldas me parece inhumano y que él quiera echarnos de la casa sólo por evitar tener que hacerse cargo de la mitad de la renta me parece grotesco. Es que ya ni pretendo que se haga cargo de la mitad del alquiler pero al menos podría decírmelo y mirar la manera para que yo pueda seguir viviendo e ir viendo cuando es el mejor momento, tal vez cuando encuentre un trabajo, para poder inhibirse del contrato. 

En breve vuelvo a casa y vuelvo dispuesta a luchar por lo que es mío y aún más por lo que es de mis hijos. Un par de cientos de euros pueden ser la diferencia entre poder vivir relajadamente y felices o que se me quiebren las ganas de vivir y viva en un infierno o todo lo que está entre medias.


viernes, 23 de agosto de 2013

Día 10

C'est fini...


Hoy es el último día que se lleva a los niños y ha vuelto a ser duro ver cómo los pequeños le esperaban y él volvía a permitirse llegar casi quince minutos tarde. Mis hijos por suerte no controlan los tiempos pero si yo procuro que a menos cinco ultimemos detalles, eso les da un punto de referencia a mis hijos, reconocen cuando están esperando y se les hace pesado, cosa que no me hace ninguna gracia que añadan a su cofre de recuerdos de su infancia. Este aspecto, la puntualidad, quiero que sea algo que quede claro en el acuerdo. Y no hablo de no permitir que llegue ni un minuto tarde, que dadas las circunstancias estaría justificado que así lo reclamase, pero a lo que me refiero es que puesto que no hay ningún interés común que nos una, a parte de nuestros hijos, y nuestras vidas siguen caminos separados, lo suyo es que nos tengamos respeto y dentro de este concepto respetemos el tiempo del otro. Si llega tarde, que nos puede pasar a cualquiera, que avise, al menos que lo comunique y que sea algo realmente excepcional.

En cualquier caso ya ni se disculpa. Y yo que pensaba que las patéticas excusas eran lo peor del mundo.

Los niños volvían a oponer resistencia a la idea de irse con el padre. Creo que el mayor piensa que algún día conseguirá que me vaya en el coche con ellos y que la amiga de papá y su hijo, como me dijo ayer, se queden en casa. Espero que pronto se desprenda de esa esperanza y todos aprendamos a ser felices con la situación que vivimos. Sólo deseo ver a mis hijos crecer felices.

Yo me he pasado otra mañana la mar de entretenida y emocionante con unos buenos amigos. Después de comer, a casa, que me traía a los niños y esta vez sí me ha avisado de que llegaba con retraso, supongo que estaba de buen humor o se habrían alineado Saturno y Uranio o quién sabe qué habría pasado para que haya caído en la cuenta de avisarme.

Hemos pasado una tarde en casa de una buena amiga y hemos disfrutado de una tarde de juegos y tranquilidad. Algo en mi interior sentía tristeza y desánimo pero no atino a adivinar el qué.

¿Tristeza a cuento de qué?

Supongo que aunque haya sido doloroso también tiene que ver con el hecho de que mañana ya no hay más recogidas, ni más retrasos, ni más exigencias estúpidas por mensaje, ni más ver pasar al que fue mi marido y su novia con el coche por delante de mis narices, ni muchas otras cosas; tiene que ver con el hecho de que se acaba algo otra vez. Y la cuestión es que también me ilusiona la idea de volver a nuestra pequeña rutina aunque sea por poco tiempo ya que en una semana volamos a casa de vuelta.

Supongo que la mezcla de emociones, de sensaciones es la que me tiene el cuerpo así. 

jueves, 22 de agosto de 2013

Día 9


Hoy los recogía a la salida de la escuela de verano y el padre ha sido puntual, tanto que cuando he llegado ya estaba allí con mi hijo. Él no lo puede sacar porque no está autorizado pero ya estaba allí. Las educadoras me han preguntado si vendría el viernes y mi respuesta a falta de más información ha sido que sí, a lo que él se ha apresurado a decir que -como tenía que dejar el piso y resulta que...- le he interrumpido en seco y le he preguntado, ¿te vas a llevar a los niños?, Sí, ha contestado y se lo he confirmado a las profesoras de David. ¿Sería tan difícil poder tener las cosas algo organizadas y planificadas? 

Los niños volvían a no querer irse con él y me he pasado veinte santos minutos convenciéndolos y no sé por qué lo hago sinceramente, supongo que porque ahora me siento vulnerable, nada respaldada, no hay acuerdo alguno y la ley en sí no me da mucho margen a tomar decisiones unilaterales aunque sean en pro del beneficio de mis hijos. Debo entregarle a los niños caiga quien caiga. ¡Fantástico!

He pasado una tarde maravillosa con unos amigos maravillosos en un entorno maravilloso. Puedo sentirme agradecida porque tratando con ellos todos estos temas he llegado a conclusiones muy interesantes y estoy trabajando mucho mi autoestima y mi yo para reforzarme y salir adelante airosa. Hoy ha sido una tarde muy productiva, además eso me ha llevado a estar de buen humor y de estar entregada a mis hijos cuando han llegado. Se han portado muy bien y se han dormido cuando he dicho sin oponer demasiada resistencia. Les adoro, aunque a veces sienta que me las hacen pasar canutas. Sólo por estas sensaciones como las de hoz, merece la pena todo lo demás.

¡Arriba Inés! ;)

miércoles, 21 de agosto de 2013

Día 8

Hoy ha venido a buscarlos para llevárselos todo el día y celebrar su cumpleaños, ha llegado con retraso pero esto ya empieza a ser lo normal. En principio no querían irse con él pero en cuanto ha empezado a decirles dónde iban a ir y los regalos que iban a recibir, mis hijos, sobre todo el mayor, no han podido negarse. 

El padre y yo no nos comunicamos a penas nada, me he dado cuenta de las conversaciones que teníamos eran debidas a mi iniciativa de tratar algún tema. No me dice ni dónde van, ni qué hacen, ni qué han hecho ni nada. Siento que cuando mis hijos no están se crean agujeros de tiempo, es como si la vida no siguiese normalmente. Es una sensación extraña.

He pasado el día bien, o al menos hasta que una de las invitadas al cumple de David me ha enviado dos fotos de mis hijos, me he puesto a llorar y le he agradecido mucho que lo haya hecho. Los veía y estaban bien y bueno, me recordaba toda esta situación que estoy viviendo y me hacía pensar en que yo me perdía cosas continuamente pero me alegré de ver sus caritas y saber que estaban bien.

Han llegado algo más tarde porque los miércoles trabajo un rato por las tardes y ya venían dormidos, exhaustos imagino de tantas emociones. Han vuelto a pasar todos delante de mis narices para dejarla a ella y a su hijo a escasos veinte metros de donde yo estaba y traerme a los niños. Hoy no me ha resultado tan gracioso como el otro día, pero patético sigue siéndolo.

Estoy tristona.

martes, 20 de agosto de 2013

Día 7

Hoy es el cumpleaños del mayor y aunque le pedí en su momento al padre que quería celebrar su fiesta por la tarde, también estaba dispuesta a compartir este día tan bonito para nuestras vidas y que se los llevase por la mañana. Sorprendentemente me dijo que no, que lo celebraría llevándoselo todo el día al día siguiente.

Hemos pasado un día como los anteriores a la llegada del padre. Lo especial del día ha sido prepararle su desayuno preferido, darle un par de modestos regalitos que le había preparado, ir a ver a la abuela al trabajo para que le diese el dinero para ir a comprar un reloj. Cosa que ha tratado todo él mismo con la dependienta, en el único momento que he intervenido es cuando mi hijo elegía un reloj rosa y la dependienta le decía que esos eran de niña. Le he dicho a la dependienta que deje que sea él el que elija libremente y con la maravilla de vivir sin prejuicios, qué color le gusta más. Hemos visitado a los tíos y hemos dado un entretenido paseo por el pueblo. Después hemos vuelto a casa, mi hijo iba pletórico y aunque en algunos momentos la emoción le hacía cometer excesos que yo debía ir haciéndole saber, todo ha transcurrido con normalidad. Hemos preparado una bonita fiesta en la que he contado con la compañía de buenos amigos que me han ayudado mucho y también con amiguitos del cole a los que seguro echará de menos a nuestra vuelta a Alemania. 

Hemos disfrutado todos mucho de todos. Estoy contenta de haber podido conseguir ofrecerle una fiesta a su altura y que nada de todo lo que estamos viviendo ahora, haya podido enturbiar nuestro día. 

¡Felicidades mi vida!

lunes, 19 de agosto de 2013

Día 6

Hoy tenía que recogerlos a la salida del cole de verano del mayor y ha llegado con quince minutos de retraso. Estábamos esperándole y mi hijo mayor me ha dicho que no quería ir con su padre, el pequeño que se estaba despertando de su siesta en el coche tampoco quería despegarse de mí.

Entre tanto ha llegado su padre y ante la negativa de los niños, su solución ha sido hacerles más presión e intentar encandilarlos con cosas materiales, presión que no surtía efecto. Después de varios minutos dejando que fuera él el que les convenciese, le he pedido que me dejase a mí hablar con ellos, pero no me escuchaba por lo que yo intentaba tranquilizar al pequeño mientras el mayor se veía atosigado por la presión de su padre. Finalmente he conseguido coger el timón de la situación y después de hablar con mis pequeños y decirles que se lo iban a pasar muy bien y que mamá se iba a esperarlos a casa, se han quedado con morritos pero sin llorar. 

Ha sido realmente difícil, me alegro de que me tengan tan presente y de que todo lo material no sea más que eso, cosas que impresionan los primeros días pero que transcurridos los cuales adoran volver a su rutina, sus normas y su mamá.

He pasado la tarde en la peluquería con el teléfono en la mano y pensando en que se lo estarían pasando bien, me lo repetía una y otra vez. También me preguntaba por qué si él hace todo tan a la tremenda, no nos da dinero ni si quiera apoyo real, yo tengo que estar a la altura y no poder decirle, los niños se quieren quedar intentémoslo mañana otra vez o en otro momento. Me resulta todo muy injusto.

A la vuelta les esperaba ya desde menos cinco en la puerta de la calle para darles la bienvenida y decirles que mamá había hecho hamburguesas con patatas para cenar. No de esas que se compran en restaurantes fastfood, no, de esas que se hacen en casa, con diferentes ingredientes y con mucho amor.

Cuando han llegado a la puerta de la finca han pasado todos de largo, todos, incluida ella con su hijo, que miraba hacia la entrada de mi casa y cuando me ha visto ha girado la mirada. Han parado en un camino vecinal que hay a escasos veinte metros de la entrada donde yo esperaba y se han bajado del coche para después traerme el padre a los niños sin el resto de la familia dentro. Cuando ha llegado, no me ha comentado nada y cuando se ha ido, mi hijo me invitaba a ir a saludar a la amiga de papá, están aquí alado me decía, cuando le he dicho que mejor que no y le he instado a volver a casa a comer ricas hamburguesas me ha dicho que esperásemos un momento para decirles adiós por lo que al cabo de dos minutos, pasaban nuevamente por la entrada de la finca y les hemos dicho adiós. Vergonzoso. Siento vergüenza ajena.

Mis hijos han vuelto contentos, se lo han pasado bien pero como ya le pregunté ayer si quería quedarse alguna vez a dormir con papá hoy me ha dicho que se lo ha pasado bien pero que a dormir con mamá. ¿Qué estoy haciendo? Debería mantenerme recta como un palo y no dejar que sus sinsentidos asolen nuestra tranquilidad sometiendo a mi hijo a la presión de decidir si quiere o no, ir a dormir con su padre.

Por mi parte, he decidido no pedirle nada más, no discutir nada más. Pedirle algo es darle una invitación a que me hiera, a que me humille, a que me haga discutir delante de los niños y no se lo voy a permitir. Ahora son tiempos de tensión y espero que a la vuelta de unos meses todo esté más tranquilo y podamos normalizar algo la situación.

Estos días también me están haciendo recapacitar mucho y darme cuenta de muchas cosas. Confío en que me ayudará en el futuro. 

Permanezco positiva.

domingo, 18 de agosto de 2013

Día 5

Después de lo de ayer, estoy preparada para (casi) todo. 

Pensé que llegaría una hora más tarde pero sorprendentemente no lo ha hecho, a la hora de acompañar a los niños con su padre le he puesto mi mejor sonrisa, sobre todo por mis hijos y le he confirmado la hora de entrega. Todo correcto.

Para no perder la fea costumbre, me ha increpado al cabo de un rato con un mensaje reclamándome que por favor no olvide darle a los niños con agua, crema solar y no sé qué más. Digo que no sé qué más porque tras leerlo e indignarme tenía a un amigo alado que me dijo, ignórale, estás sola en un lugar maravilloso, relájate. Tanto lo hice que tuve que correr para estar en casa para cuando los niños volviesen. 

Los ha traído y todo ha ido bien, ni un triste comentario sobre su mensaje, -las reclamaciones mejor si son por lo bajini, a través de mensaje, que ahí sí que me sale hacerme el valiente-. 

Esta noche los niños estaban más tranquilos y después del baño, la cena, ver un rato las peripecias de Bob Esponja y compañía, nos hemos ido a dormir sin demasiada dificultad. 

Ignorarle me esta resultando gratificante ¡Ups! 

sábado, 17 de agosto de 2013

Día 4

Ayer por la noche le dije al padre que a los niños se les hacia muy largo esperar tres o cuatro horas desde que se despiertan hasta que viene a recogerlos y que por eso sería buena idea que viniese una hora antes. Después de discutir y decirme que entonces los traía de vuelta una hora antes (¿uh?) me confirmó que vendría a buscarlos una hora antes por lo que entendí como aceptada la petición.

Cuando ha llegado esta mañana me ha dicho que los traería una hora antes y hemos discutido, alto y clarito y delante de mis hijos a los que lo máximo que hemos podido hacer por ellos es cerrarles las puertas del coche para que no oyesen a sus padres discutir. Bochornoso, no volverá a pasar. 

Por si no fuese suficiente, después me dice que los niños se quieren quedar a dormir con él y previa consulta legal le he confirmado que mejor lo plantificábamos para otro día aunque reconozco haber pasado momentos de ansiedad al pensar  que no me traería a mis pequeños. 

Como final de traca los ha traído casi media hora más tarde y sin previo aviso. La disculpa era aún más patética.

He hecho que sean las grandes decepciones del día, lo peor de todo esto, lo que saque a relucir lo mejor de mí, la mejor mujer, la mejor madre, la mejor persona. Esto al menos me ha dado fuerzas para continuar la lucha

Firmado
Mamá Leona
;)

viernes, 16 de agosto de 2013

Día 3

Ha llegado a recogerlos y los niños se han ido felices y contentos, lo llevaban deseando desde que se han despertado. 

Mi día ha sido algo ajetreado pero he disfrutado de unas horitas de buena compañía y buena conversación en la playa y me he vuelto a casa contenta. 

Ha traído a los niños algo más tarde pero me había avisado y todo bien. Lo malo es que vuelven muy alterados, fuera de sí, no atienden a mis indicaciones, lo que hasta ahora eran normas y reglas que cumplían sin problema ahora no sólo no lo hacen, si no que hacen todo lo contrario. Ayer el pequeño lanzó el vaso por los aires mientras comía, el mayor tiró una estantería pequeña que tiene en su cuarto y se ha dormido a regañadientes cuando eran ya pasadas las once y media de la noche. Me he tenido que enfadar con ellos y llamarles al orden más de una vez, incluso con amenaza de inminente castigo, pero nada.

Sólo me preguntan cuando va a volver papá y si va a volver pronto por lo que le he pedido al padre que por las mañanas venga una hora antes y no ha habido suerte, me ha dicho que está muy lejos y que si viene una hora antes, también los trae una hora antes.  No entiendo nada.

Voy a ver si recojo un poco este desastre de casa que han dejado en un par de horas para que al menos si me tengo que levantar en mitad de la noche, no me pegue un topetazo, que ya sería lo que me faltaba.

Queda una semana, pese a lo positivo de que los niños estén tan ilusionados con él, yo noto que no estoy recuperando muchas fuerzas aunque estoy decidida a aprovechar cada minuto y poner la mente en blanco.

Sobreviviré.

jueves, 15 de agosto de 2013

Día 2

Hoy ha ido todo más relajado, pese a un par de indicaciones como que no le dé fastfood a los niños que no están acostumbrados y el pequeño tuvo diarrea por la noche (¡y sin pañal!) o que por favor no les deje dormir tanto porque era casi media noche cuando se dormían, por lo demás todo bien.

Mi día ha sido algo mejor, no puedo evitar la sensación de vacío cuando se marchan o cerrar la puerta de casa y notar que se han llevado un trocito de mí pero como me dice siempre una buena amiga, no hay mal que cien años dure. Me acostumbraré.

Me he relajado, he aprovechado para tumbarme en el sofá, tomarme una cervecita tranquila (no recordaba que era eso). También he aprovechado para depilarme y cuatro cosas de esas que dejas para cuando los niños se han dormido pero que después cuando se han dormido de lo que menos tienes ganas es de hacerlas. Por último también he dedicado parte del tiempo al dolce piacere di non far niente.

Los niños volvieron muy contentos, habían ido aquí y allí y me contaban detalles pletóricos y contentos. Esto marcha, he pensado.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Día 1

Me he pasado la mañana muy nerviosa, casi tres meses sin verle personalmente y además con el aliciente de mirarle y saber que lleva un año engañándome y que mis sospechas han sido finalmente confirmadas.

Al recoger a los niños me he percatado de que a parte de las sillas para el coche de los niños, llevaba otra silla más. Cuando mi hijo se ha apresurado a preguntar le he contestado que era para el hijo de la amiga de papá. Mi indignación era mayúscula, venía con su otra familia a visitar a sus hijos y a parte de pensar que, es posible aunque espero que improbable que les afecte a mis hijos, para mí, que aún siento y padezco, ha resultado ser demoledor. 

Me he pasado horas llorando. Llorando por la realidad que vivo, por la soledad que produce no tener a mis hijos cerca y la frustración de no poder disfrutarlos al tiempo que el padre como la familia que fuimos alguna vez

La tendencia es siempre a pensar que cualquier tiempo pasado fue mejor, me hago cargo y me embarco con los ojos cerrados en imaginar que el futuro que me espera me traerá cosas bonitas.

Los niños han vuelto contentos y diciéndole hasta mañana a su padre. Aunque el dolor que siento es importante, me reconforta ver a mis hijos contentos y felices.