viernes, 22 de noviembre de 2013

Aprendiendo a ser feliz

Es harto conocido eso de que en esta vida no paramos de aprender, el archiconocido dicho, no te acostarás sin saber una cosa más y todas esas paparruchas que están ahí pero a las que no préstamos demasiado atención ni somos realmente conscientes. Perdón, hablo particularmente de mí, generalizo a consecuencia de sendas conversaciones en las que todos los interlocutores hemos acabado asumiendo que es un hecho y que bien valdría la pena detenernos, respirar, abrir los ojos y ver que tenemos a nuestro alrededor. 

En estos últimos tiempos he vivido muchas cosas ¡y las que me quedan! ¡No hay duda! Pero me han dado la capacidad de cuestionar ciertas cosas, ciertos valores que creí fijos, estáticos, inamovibles. Eso es bueno. Es abrir una ventana en una habitación que llevaba cerrada años. 

También me pasa que soy menos sensible a los comentarios ajenos, a lo que piensen los demás y eso también es bueno. Me da autonomía, seguridad.

Tengo suerte, mucha suerte. 

No, no me he vuelto loca. Lo peor en esta vida no es que te pasen cosas feas, cosas malas u horribles, lo importante ante esas situaciones es lo que se desencadena después. 

Yo he sufrido y sufro una separación muy traumática, desde que toda esta historia diese comienzo allá por el verano del 2012 no han cesado los despropósitos por parte de mi exmarido pero todo eso ha desencadenado en mí y en la gente que me quiere unos mecanismos que no paran de sorprenderme. Al principio fue duro, había realidades que aceptar, a mis padres les costó asumir que esta situación no les devolvía a ellos la potestad de decidir por mí y creo humildemente que en ese sentido he conseguido hacerme respetar y tras algunas dificultades, que haya conseguido estar donde estoy, es gracias a su generosidad y su apoyo. Esto por un lado, pero mis amigas, algunas a las que siento que no me bastará una vida para agradecerles todo su apoyo y cariño, sus comentarios, sus palabras de ánimo pero también y aún más importante, sus críticas. Me dan perspectiva, me orientan y ahora que me siento fuerte y segura también puedo decirles, vale, pero no estoy de acuerdo, no lo veo así y podemos seguir con otra cosa con total confianza y sin que nada de lo anterior nos moleste. 

Por todo esto y mucho más me siento muy feliz. Ahora sí, ahora veo que después de superar ciertas dificultades lógicas de esta situación habré salido reforzada y con un resultado mejor del que tenía antes. 

Uno es feliz en la medida en la que conoce la felicidad, según vamos ampliando horizontes nos damos cuenta de que lo mejor estaba por llegar. 

1 comentario:

  1. Ayyy como mr alegra leer esto.Te creia perdida y hoy encontre este post.Me he acordado mucho de ti y me alegra ver que ves la luz y lo mejor de todo es que ya eres consciente de lo grande que te hara esta situacion y que tu SOLA puedes.
    Un besazo,
    Desblogger

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