lunes, 9 de marzo de 2015

Hombres

Este mes hizo dos años que me separé, es increíble cómo pasa el tiempo. 

Ahora tengo algo de perspectiva sobre cómo he vivido mi reinserción en este mundo de las relaciones personales. 

Supongo que el vacío que me dejó mi marido, me hizo reaccionar como un animal salvaje, al que le acaban de soltar de su cautiverio. Es para mí todo un reto aceptar esto, no lo veo natural ni lógico. 

Siempre había pensado que después de semejante trauma, querría estar un tiempo sola, apartada de la arena sentimental, pero como digo, salí cómo caballo desbocado en busca de alguien que me llenara ese vacío. Por supuesto, cometí muchos errores, es lo que tiene no respetar los tiempos necesarios.

He tenido contacto con algunos hombres, con algunos de ellos con un carácter más de relación duradera y con otros no tanto. Mi naturaleza me sigue llevando buscar a "ese hombre", pero poco a poco me he ido resignando y desencantando con la idea. 

Desde hace pocos meses me encuentro en una relación que me tiene algo desconcertada. Es un hombre absorbente, algo egoísta, deseoso de familia y por eso creo que acepta y participa de tan buen grado de mi vida familiar, lo cual es algo positivo también pero me siento inmersa, de repente, en una relación con ya años a sus espaldas. Como en todo, hay cosas buenas y cosas malas, pero yo siento que me falta la emoción, la pasión y esa atracción y necesidad de tenernos. Y eso me lleva a sentirme de lleno en un mar de contradicciones. Lo que si tengo claro es que si esta vez no funciona, me daré un tiempo de desconexión, tomaré distancia y recobraré fuerzas. Haré recuento de todas esas experiencias en los últimos dos años, tranquilamente, respirando profundamente y voy a sentar esos cimientos tan necesarios para mi propia estabilidad mental. Lo estoy haciendo ya de hecho, pero no con toda la concentración que ese proceso merece. Para eso, debería antes dejar lo que tengo con él...

La decisión no está tomada. 

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