sábado, 20 de julio de 2013

Historia de un idiota (y otro)

Lo bueno de haber pasado ya por circunstancias similares, aunque el escenario cambie, es que lo detectas al vuelo y así ha sido.

Hace un par de semanas iba caminando por la calle y me encontré a un antiguo compañero de trabajo que hacía años que no veía. Me alegró verlo y bueno, ante la pregunta obvia de qué tal todo y que hacéis por aquí y después de decirle que pasábamos todo el verano en España, llegó la siguiente pregunta obvia que fue "Y tu marido?" Nada, yo le conté brevemente lo que había sucedido sin detalles y de forma muy aséptica. 

Como se trataba de un breve encuentro fortuito y además yo andaba con los dos niños trepándome mientras intentaba responder a sus preguntas, hablamos de quedar un día sin niños (ojo, que lo dijo él) y así poder ponernos al día. Él también se separó pero no tiene hijos.

Lo cierto es que yo soy la primera que necesita estar un rato aunque sea, sin niños, pero que a otra persona parezca que le estorban, eso ya me resulta molesto. No sé, sensaciones.

Intercambiamos teléfonos y de ahí a empezar a hablar por Whatsapp pasaron segundos, lo prometo.

Partamos de la base que yo no sentía ningún tipo de atracción por el muchacho, era simplemente nostalgia, aprecio por el tiempo que habíamos pasado juntos como colegas de trabajo y bueno, si se presentaba la ocasión de pasar un rato charlando mientras me tomaba algo tranquilamente pues fantástico. Res pus.

Yo ya empecé a notar cosas raras por Whatsapp pero no tardó en aclararlo mediante bromejas de las que posteriormente se retractaba atribuyéndolas a intentar hacerme reír para quitarle hierro al asunto. ¿Quitarle hierro al asunto? pensé, ¿de qué me está hablando?

Después de intercambiar alguna que otra broma más, concretamos un día y eso sí, previa aclaración de que pagábamos a escote, que yo pensé "obvio, ¿o éste no se ha quedado con la parte de que vengo de pasar cinco años en Alemania?" En España creo que está más instalado lo de -hoy te invito yo, ya me invitarás tú a la próxima- pero en Alemania mi experiencia es que se suele hacer sistematicamente getrennt.

Quedamos y aunque pudimos charlar amigablemente recordando al "lince" de nuestro antiguo jefe, hablando de nuestras batallitas y alguna que otra metedura de pata, también es cierto que de vez en cuando metía pullas como "ay, qué guapa te veo, después de años sin vernos, tener dos hijos te veo aún mejor que antes" o tras comentarios que pasarán a la historia como, "venga te invito a una copa pero yo sólo invito a copas si hay sexo después" a lo que se apresuraba después a rectificar atribuyéndolo a que era broma para que me riera un poco. Pues es que no me hacía ni puñetera gracia pero simplemente le dije, "oh, qué lástima, pero es que tengo que conducir a casa". 

Nada, poco después acabó nuestro encuentro y aunque hace unos días nos encontramos en la gasolinera repostando y me dijo que teníamos que volver a quedar, le dije que ya miraríamos de quedar y bueno, ahí quedó la cosa.

Siento que me he vuelto a meter en la boca del lobo otra vez, esta vez me he visto más ágil pero ¿cómo puede ser que pegue con semejantes personas aún sin tener ninguna pretensión de nada?. Al menos el primer idiota despertó en mí cierto interés, pero pasar por semejante bochorno sin que te interese un pimiento tu interlocutor, es de lo más innecesario. 

Bueno, supongo que un día de estos, aunque sólo sea por estadística, podré tener un encuentro con alguien que me parezca interesante y que me vaya a casa pensando, ¡ha estado bien!


No hay comentarios:

Publicar un comentario