lunes, 1 de julio de 2013

Yo, yo misma e Irene

Los años junto a otra persona, en tanto son felices y llenos de recuerdos bonitos, te hacen crecer, mejorar, te hacen ser más tolerante y ser capaz de entender la vida ya no desde un punto de vista del YO sino, del nosotros.


Eso suena a priori muy bonito, muy romántico aunque como diría una buena amiga mía, el amor romántico daña. Y qué razón tiene.



Yo he sido siempre una persona con una personalidad fuerte, temperamental, muy emocional, romántica y creo que también generosa con mis emociones. Poco a poco, esta parte más emocional y sacrificada del nosotros se fue apoderando de mi YO, de esa parte por la que no debemos sentirnos mal por resaltar y tener en primerísimo lugar. Lo aprendí hace poco envuelta en mi separación, cuando me di cuenta de que había una clarísima relación causa-efecto con mis hijos, si yo estaba bien, me sentía feliz, más o menos segura de mí misma y estaba de buen humor o animada, mis hijos estaban contentos, tranquilos, comían, dormían y hasta se entretenían solos jugando. Si por el contrario, buscaba escondites en casa para llorar o se me agrietaba el rostro cuando me preguntaban por papá, mis hijos no me querían soltar, mi hijo pequeño que de aquella tendría unos 18 meses sólo quería estar en brazos, no quería irse a dormir y cuando lo hacía se despertaba continuamente.



La lectura es clara, primero YO y luego el resto, incluídos los hijos y los amores porque si nos preocupamos de nosotras mismas, si trabajamos el YO, lo demás, viene solo.



En años de relación y desde hace cinco que empecé la aventura de la maternidad dejé mi plano emocional y estético relegado a un segundo plano. Pasé de una talla 38 a una 42, cogí unos 15 kilos, los embarazos no ayudan pero tampoco hice nada especialmente por perderlos y por sentirme bien cuando me mirara al espejo. Sentía que no importaba, él me amaba por encima de todo eso y ya habría tiempo para recuperarme cuando diésemos por concluído nuestro proyecto de ampliar la familia. Qué ingenua.


No es que haya que estar estupenda, tener una talla 36, unas medidas 90-60-90 para ser una mujer completa, la cuestión es que para mí, antes, eso fue importante, lo trabajé y está adherido a mi persona. Me gusta la moda, verme guapa, sentirme sexy y estoy recuperando lo que se siente cuando cruzas miradas con un desconocido con esa seguridad de -aquí estoy YO-, con lo mejor de mí y unos ojos negros ahumados que no te están dejando indiferente.


Desde hace unas semanas estoy volviendo a cuidarme, a depilarme, a ponerme cremas, a pintarme las uñas, a perder peso, hacer deporte y debo reconocer que es lo mejor que puedo estar haciendo por mí. Me da seguridad en mí misma y no por estar más esbelta o más guapa sino por sentir que me estoy recuperando A MÍ MISMA.


No hay comentarios:

Publicar un comentario