lunes, 12 de agosto de 2013

A un día...

No llamaba a la hora acordada y parece ser que no lo había entendido bien. El que no llamase junto con mi preocupación por no acordar detalles o explicarle ciertas cosas importantes sobre los niños me preocupaba y me enfadaba al mismo tiempo así que decidí llamarle.

Estuvimos una hora hablando y supongo que todo lo hablado me llevó al subsuelo. Después de hablar con su abogado aceptó que ya NO es sólo una amiga y cuando le dije lo mal que me parecía que la trajera a ella a su visita a los niños me contestó que las vacaciones las disfrutaban juntos. Por un momento me sentí como la amante que le exige a su pareja casada y con hijos tiempo para ella misma. Sigo pensando que ha perdido la cabeza aunque en su esfuerzo de justificar el patético comportamiento que ha manifestado este último año dijo que llevábamos desde hacía tiempo discutiendo mucho pero que lo íbamos sobrellevando porque él cedía en todo. Sigue con su actitud cobarde y sigue haciéndome daño.

He pasado una tarde muy mala, muy muy mala, el peso de los niños cuando vas llorando por los rincones es aún mayor y por si eso fuera poco, los niños que se percatan de todo estaban aún más nerviosos y alterados.

He puesto horarios y condiciones que bajo ligeras modificaciones ha aceptado. Ahora ya sé que los niños estarán con su novia y a más de una hora de distancia cuando estén donde se aloja el padre.

Hoy por primera vez he sentido que se ha ido y que no volverá jamás. Supongo que aunque estaba claro, un resquicio de mí esperaba que un día despertara siendo consciente de todo el dolor producido y se esforzase en enmendar los daños, que no le sería fácil pero hubiera sido reconfortante el esfuerzo y el reconocimiento.



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