miércoles, 21 de agosto de 2013

Día 8

Hoy ha venido a buscarlos para llevárselos todo el día y celebrar su cumpleaños, ha llegado con retraso pero esto ya empieza a ser lo normal. En principio no querían irse con él pero en cuanto ha empezado a decirles dónde iban a ir y los regalos que iban a recibir, mis hijos, sobre todo el mayor, no han podido negarse. 

El padre y yo no nos comunicamos a penas nada, me he dado cuenta de las conversaciones que teníamos eran debidas a mi iniciativa de tratar algún tema. No me dice ni dónde van, ni qué hacen, ni qué han hecho ni nada. Siento que cuando mis hijos no están se crean agujeros de tiempo, es como si la vida no siguiese normalmente. Es una sensación extraña.

He pasado el día bien, o al menos hasta que una de las invitadas al cumple de David me ha enviado dos fotos de mis hijos, me he puesto a llorar y le he agradecido mucho que lo haya hecho. Los veía y estaban bien y bueno, me recordaba toda esta situación que estoy viviendo y me hacía pensar en que yo me perdía cosas continuamente pero me alegré de ver sus caritas y saber que estaban bien.

Han llegado algo más tarde porque los miércoles trabajo un rato por las tardes y ya venían dormidos, exhaustos imagino de tantas emociones. Han vuelto a pasar todos delante de mis narices para dejarla a ella y a su hijo a escasos veinte metros de donde yo estaba y traerme a los niños. Hoy no me ha resultado tan gracioso como el otro día, pero patético sigue siéndolo.

Estoy tristona.

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